Ubicada bajo la iglesia del Sagrario, en la Catedral de Sevilla, no sólo es un lugar de culto, sino que también alberga uno de los secretos mejor guardados de la ciudad: la cripta de los Arzobispos. A diferencia de muchas criptas que se encuentran en penumbra, esta posee iluminación estratégicamente iluminando el reposo eterno de aquellos que descansan en su interior.
La historia de la cripta de los Arzobispos se remonta a siglos atrás, cuando el dominico fray Pedro de Tapia, uno de los más destacados mecenas de las obras del Sagrario, expresó su deseo de estrenar este lugar sagrado. Fray Pedro de Tapia, cuyo legado perdura en las paredes y altares del Sagrario, fue el primero en ser enterrado en este panteón funerario, marcando así el inicio de una tradición que perdura hasta nuestros días.
Su construcción se inicia en 1630 y concluye en 1655. El dominico Fray Pedro de Tapia, en agosto de 1655, insigne mecenas de las obras de la Iglesia del Sagrario, fue el primero en ocuparlo. Bajo el presbiterio, las estrechas aberturas practicadas, visibles a nivel de gradas, son las ventanas dan un poco de luz de la Cripta.
El Sagrario dispuso, no de una cripta, y si un panteón funerario, destinado al enterramiento de arzobispos de la Diócesis de Sevilla.
El Retablo Mayor actual es obra de Francisco Dionisio de Ribas, siendo Pedro Roldán quién realiza las tallas y Valdés Leal el encargado de la policromía. Procede de la antigua capilla de los Vizcaínos, del desaparecido convento de San Francisco, trasladado en 1.840, tras las desamortizaciones.
El acceso a la cripta de los Arzobispos es restringido y, en su interior, se respira una atmósfera de solemnidad y recogimiento. Las tumbas y sepulcros de los arzobispos están cuidadosamente dispuestos a lo largo de sus muros, cada uno contando una historia de fervor religioso, compromiso con la comunidad y amor por la ciudad de Sevilla. Cada paso en esta cripta evoca un profundo sentido de respeto por aquellos que dedicaron sus vidas al servicio de la fe y de su rebaño.
La importancia de la cripta de los Arzobispos va más allá de su función como lugar de descanso eterno. Es un testimonio de la historia de la Diócesis de Sevilla y de la profunda influencia que los arzobispos han tenido en la vida religiosa, social y cultural de la región a lo largo de los siglos. Cada uno de los arzobispos enterrados en este sagrado lugar contribuyó de manera significativa al desarrollo y la preservación del legado de la fe católica en esta tierra.
Simbólicamente la cripta de los Arzobispos es también un recordatorio de la transitoriedad de la vida y la importancia de honrar y recordar a aquellos que nos precedieron. A través de sus monumentos funerarios, inscripciones y simbología, la cripta de los Arzobispos nos invita a reflexionar sobre la inmortalidad del espíritu y el impacto perdurable de nuestras acciones en la posteridad.
Además de su valor histórico y espiritual, la cripta de los Arzobispos representa un desafío arquitectónico y artístico notable. Las tumbas y mausoleos que alberga son verdaderas obras de arte, que reflejan la habilidad y la maestría de los escultores y artesanos que las crearon. Cada detalle, desde la ornamentación hasta las inscripciones, es una expresión de respeto y veneración hacia aquellos que yacen en su interior.
La preservación y el cuidado de la cripta de los Arzobispos son fundamentales para la conservación del patrimonio cultural e histórico de Sevilla. Es un deber moral y cívico garantizar que este tesoro permanezca accesible para las generaciones futuras, para que puedan apreciar y aprender de la rica herencia que representa. Asimismo, su conservación contribuye a mantener viva la memoria de aquellos que desinteresadamente dedicaron sus vidas al servicio de la fe y la comunidad.
A pesar de su importancia, la cripta de los Arzobispos ha permanecido en gran medida desconocida para el público en general. Su acceso restringido ha contribuido a que su existencia sea un misterio para muchos, lo que ha limitado la apreciación y comprensión de su significado histórico y cultural. Sin embargo, es fundamental que este tesoro sea dado a conocer de manera adecuada, respetando su naturaleza sagrada y su valor intrínseco.
En un mundo en constante cambio, donde los valores tradicionales a menudo parecen desvanecerse, la cripta de los Arzobispos nos recuerda la importancia de honrar y preservar nuestras raíces culturales e históricas, mucho más en un entorno como la Catedral de Sevilla.