En estos días he tenido la oportunidad de compartir junto a diversas personas del mundo académico que estudian la transiciónsocioecológica, muchos diálogos en torno su significado, y diseño y sobre algunas herramientas que tenemos a disposición para afrontarla, dado que se ha convertido en uno de los principales retos de la sociedad y el planeta en el siglo XXI.
Todas las transiciones son caminos por los que transitamos hacia los cambios. La más conocida en España en el siglo XX fue la transición desde el régimen franquista a la democracia, y mucha gente comparte que fue un proceso sereno, productivo y respetuoso después de una larga dictadura de 40 años. Han pasado también 40 años desde que se aprobó la Constitución del 78 y se empieza a cuestionar la necesidad de su reforma.
En la actualidad estamos ante procesos mucho más rápidos, líquidos e inciertos, canalizados a través de las nuevas tecnologías de la información, las redes sociales y la globalización económica. Un momento convulso en el que la política es más marketing que filosofía, y donde las posturas de la sociedad están cada vez más polarizadas. Donde se ofrecen soluciones simplistas a problemas complejos.
Sin embargo la transición socioecológica nos brinda la oportunidad de conectarnos de nuevo en varios niveles, con nosotras mismas, con la Naturaleza y lo más importante con otros seres humanos y con el resto de especies del planeta.
Sólo tenemos que permitirnos escuchar activamente las señales que recibimos de nuestro entorno y aprender que desde múltiples perspectivas y escalas, podemos contribuir con pequeñas acupunturas o intervenciones a cambiar de paradigma y trazar redes de personas que sostengan la vida. Desde las posturas antagónicas hay que construir. Desde la diferencia hay que establecer puentes que permitan recuperar la convivencia.
La propuesta no es sencilla pero no por ello imposible. Vivimos en sistemas complejos donde no podemos ser pretenciosos y aspirar a aportar soluciones, sino a hacer pequeñas intervenciones que se conviertan en semillas de esperanza. Trabajar siempre desde lo local con el objetivo global de cuidarnos y cuidar el planeta.
Hay muchas acciones que podemos poner en práctica. Las vinculadas a promover la soberanía alimentaria en una tierra como Andalucía, de suelos fértiles y climas benignos con una materia prima de altísima calidad, se puede materializar con el impulso a los mercados locales, las cooperativas de consumo, o la transformación de productos primarios in situ,transitando desde la agricultura superintensiva, a una agricultura de bajo impacto. Propuestas de movilidad sostenible que hagan de nuestras ciudades y municipios lugares saludables, amables, llenos de vida, transitando desde el vehículo privado a localidades más accesibles a la población.
Iniciativas de autoconsumo energético, a través de cooperativas, como alternativas más democráticas en la producción y uso de la energía, transitando desde el combustible fósil y el oligopolio hacia la soberanía energética.
Y una educación inclusiva y diversa, con acciones que promuevan una gobernanza real, participativa, con iniciativas como los ecobarrios, las ecoladeas o las ecoescuelas, en las cuales los valores de respeto a la naturaleza, la salud desde un punto de vista holístico, la cooperación frente a la competitividad y mantener la biodiversidad, configuren los nuevos marcos para el cambio. La más importante de esas transiciones es la personal, transitando sin complejos hacia la coherencia.
Isabel Brito Cabeza
Coportavoz EQUO VERDES Andalucía
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