El año 2018 ha marcado un hito histoÌrico en la lucha de las mujeres por la igualdad. El 8 de marzo fue memorable en España y las mujeres salimos a la calle para reivindicar con maÌs fuerza que nunca la supresioÌn de la brecha salarial, acabar con los techos de cristal, lograr la corresponsabilizacioÌn de los hombres y de la sociedad en las tareas de cuidados, o acabar con la lacra de la violencia machista. Algunas cifras hablan de maÌs de 6 millones de personas de todos los aÌmbitos.
En otras partes del mundo tambieÌn el 8 de marzo las mujeres hicieron historia. PaiÌses como Estados Unidos empezaron en enero a movilizarse con el Movimiento ‘Me Too’ poniendo el foco, tras años de silencio, en el acoso sexual sufrido por las actrices en el mundo cinematograÌfico, o el movimiento Women,s March que sirvioÌ tambieÌn de revulsivo y repulsa absoluta frente a la actitud misoÌgina y machista del presidente Donald Trump.
La era Trump supone un peligro de involucioÌn y peÌrdida de derechos fundamentales para las mujeres y su estela salpica a cualquier parte del mundo. En tiempos de recortes y austeridad y a pesar de los muros que estaÌ levantando, el contagio de las poliÌticas de Trump contra las personas a continentes como Europa, estaÌ haciendo que algunos gobiernos, interesadamente, busquen sectores especialmente vulnerables para responsabilizarlos de lo que estaÌ sucediendo. La mejor defensa es un buen ataque y promover el odio hacia los otros suele dar buenos resultados a gobiernos incapaces de hacer una gestioÌn solidaria y honesta.
En este momento los mismos que aplican los recortes y fomentan la precariedad laboral y la pobreza, pero no imputan ni un solo euro de sus beneficios econoÌmicos al bien comuÌn, son los que estaÌn culpabilizando a las personas migrantes, muchas de ellas mujeres en situacioÌn de extrema vulnerabilidad, de los recortes, el paro, la precariedad laboral, la peÌrdida de poder adquisitivo y la reduccioÌn de prestaciones y servicios puÌblicos.
El reflejo de este contagio lo tenemos en paiÌses como Francia, BeÌlgica o maÌs recientemente España, donde partidos de extrema derecha o grupos radicales estaÌn proliferando como setas con discursos vaciÌos de contenido poliÌtico, propuestas y proyectos, y llenos de odio y rechazo hacia grupos especialmente vulnerables como las mujeres o los migrantes.
Los resultados de las recientes elecciones andaluzas el pasado 2 de diciembre han supuesto un terremoto poliÌtico en AndaluciÌa que no puede desestabilizar ni un aÌpice el camino emprendido por las mujeres para alcanzar la igualdad real.
Para ello es fundamental que el movimiento feminista esteÌ maÌs cohesionado que nunca, y maÌs allaÌ de las diferencias que podamos tener, en ninguÌn caso antagoÌnicas sino complementarias, reconozcamos e identifiquemos perfectamente a quienes quiere laminar nuestros derechos y establecer un frente comuÌn. En este frente tenemos que estar todas las compañeras feministas, porque el enemigo no es otro que la intolerancia abanderada en forma de muros y construida sobre la base de la mentira y la falsedad. Los partidos de extrema derecha quieren atrincherarse en el camino para frenar el progreso y la prosperidad de las mujeres de nuestra tierra y no permitiremos que inicien ese camino en AndaluciÌa.
AuÌn nos queda un largo camino para lograr la igualdad real y la situacioÌn cada una de nosotras es muy distinta y diversa. Cada mujer es uÌnica y sufre una parcela distinta de desigualdad, por su origen, procedencia, raza, identidad sexual, situacioÌn econoÌmica, diversidad funcional, etc. Mujeres migrantes, rurales, diversas funcionales, ejecutivas, cuidadoras, mayores, joÌvenes, racializadas, etc. Todas y cada una sumamos y somos maÌs de la mitad del mundo, y “si nosotras paramos el mundo se para”.
Por todo ello tenemos que blindar nuestros derechos y seguir movilizaÌndonos hoy maÌs que nunca. Se avecinan tiempos de involucioÌn en AndaluciÌa y tenemos que unir nuestras fuerzas para defender lo logrado, pero tambieÌn para seguir visibilizando a todas las mujeres de cada aÌmbito, apoyaÌndonos y plantando cara a los recortes en nuestros derechos.
La prevencioÌn es fundamental: en salud, en educacioÌn, en seguridad, en justicia. Tenemos que seguir dotando las instituciones, los servicios sanitarios, las escuelas y los juzgados de recursos humanos y teÌcnicos, de formacioÌn, de nuevas tecnologiÌas, de protocolos de acompañamiento a las viÌctimas de violencia machista, de garantiÌa habitacional a los niños y niñas, viÌctimas tambieÌn de violencia machista, de apoyo especiÌfico a las mujeres acosadas sexualmente o viÌctimas de trata, en su mayoriÌa migrantes o mujeres del campo que contribuyen con su esfuerzo a subir el producto interior bruto de nuestra economiÌa, trabajando en muchos casos en situaciones de semiesclavitud, de los derechos de las mujeres transexuales, de la coeducacioÌn de niñas y niños, etc.
Una de las “contrapropuestas” planteadas por la extrema derecha en AndaluciÌa, es la supresioÌn de la Ley de PrevencioÌn Integral contra la Violencia de GeÌnero, cuando auÌn ni siquiera se ha dotado de los recursos necesarios para abordar todas las medidas propuestas, y con 46 mujeres asesinadas en lo que llevamos de año. Esto es una buena prueba de la inconsciencia de un partido poliÌtico que no trata a las mujeres como iguales y que quiere seguir fomentando el estatus y privilegios de una “clase de hombres” que auÌn no han asumido que no daremos ni un paso atraÌs.
Por todo ello estaremos alerta ante el cambio de gobierno andaluz. No podemos ser tolerantes frente a la intolerancia y estaremos preparadas y unidas para plantar cara a la desigualdad, la injusticia y la violencia contra las mujeres.
La mejor manera de hacerlo es seguir tejiendo una alianza firme y soÌlida entre todas, poniendo semillas de cooperacioÌn que hagan crecer un campo amplio de esperanza para el futuro de las generaciones venideras de hombres y mujeres en AndaluciÌa.
Isabel Brito Cabeza
Coportavoz de EQUO Huelva y miembro de la Red EQUO Mujeres