Andalucía más que verde

A modo de reflexión sobre lo rural y las políticas verdes

La desestructuración del mundo rural tiene un impacto negativo en el conjunto de la sociedad del que quizá no somos conscientes

Publicado: 12/06/2018 ·
14:54
· Actualizado: 12/06/2018 · 14:54
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La desestructuración del mundo rural tiene un impacto negativo en el conjunto de la sociedad del que quizá no somos conscientes. Y es un hecho que hay desorden estructural y territorial, además de un fracaso claro de nuestro modelo rural, que nos afecta a todos, en pueblos y ciudades. Por ello hemos de hacer la reflexión colectiva al respecto que arroje luz sobre la situación y qué hacer para remediarlo.

La realidad ya no se puede disimular ni adornar, y lo que nos presenta esta realidad y a lo que nos enfrenta es al agotamiento del modelo de producción agropecuaria que se apoya en el paradigma del desarrollismo agroindustrial. La actividad agrícola y ganadera abandonó el equilibrio que tradicionalmente le vinculó al entorno natural.  Hoy impera un modelo de producción de alimentos que, lejos de ajustarse a la realidad de los límites físicos, hace un manejo de los recursos naturales como simples factores de producción y, en un contexto de cambio ambiental, está sobreexplotando nuestros campos y acuíferos y contribuye al vaciado del mundo rural.

Es un modelo económico organizado desde las ciudades y la realidad territorial hace que el desequilibrio se acreciente en detrimento paulatino y constante del rural.

El modelo agrario español es altamente concentrador: hace muy ricos a muy pocos y tiene altos costes cada vez más insostenibles para la mayoría rural, contribuyendo a despoblar regiones enteras. Precisamente por ello hay que reforzar los puentes entre pueblos y ciudades, enlazar los tejidos asociativos urbanos y rurales para pensar un nuevo modelo que garantice los derechos de todos por igual y el mantenimiento de los espacios naturales y paisajes agrarios, para que la población que allí vive lo haga en condiciones de dignidad y no tenga que recurrir al exilio de “su lugar en el mundo”.

Es un hecho constatado, por ejemplo, que la desertificación amenaza al 80% de nuestro territorio. Pues bien, eso nos debe poner en situación para saber que no tendremos futuro en esta Andalucía nuestra si no queremos ver que al modelo depredador del territorio hay que darle la vuelta. Darle la vuelta al modelo imperante en la actualidad, que desincentiva las explotaciones familiares pequeñas y medianas y las desprecia por considerarlas ineficientes, inviables y alejadas del modelo agroexportador que se promueve desde los gobiernos en todos niveles institucionales. Y no digamos del modelo urbanístico que ha depredado el territorio andaluz con iniciativas especulativas que han dejado huellas imborrables en el mismo.

La revolución verde, en la 2ª mitad del siglo XX, se basó en una serie de elementos que han ido empeorando las condiciones ambientales para seguir manteniendo los niveles de producción agrícola. Estos elementos fueron el reemplazo de animales de tiro por maquinaria, el incremento de las superficies de cultivo, el gran aumento de Insumos (Fertilizantes y Fitosanitarios), el aumento del uso del riego y la introducción de nuevas variedades muy productivas. Con tales ingredientes, además de aumentar enormemente la producción, se ha llegado a un notable empeoramiento de los recursos básicos necesarios en la agricultura, que son aire, agua, suelo, diversidad genética (especies) y energía.

Para cambiar eso y revertir sus consecuencias, una adecuada Estrategia de recuperación de la calidad de esos recursos puede ser la de las “4 Rs”: Reterritorialización de la producción, Relocalización de los mercados, Revegetarianización de la dieta y Reestacionalización del consumo alimentario.

Es decir, la mejor estrategia pasa necesariamente por cambios en nuestros hábitos de consumo. Y aun así, la producción de alimentos seguirá contribuyendo al deterioro de los recursos necesarios si no hay cambios en la forma de producir.

Esta estrategia hay que acompañarla de medidas que contribuyan a la recuperación y preservación de los recursos de nuestros territorios y comarcas. Medidas que permitan la fijación de los que hoy los habitan y que no se vean empujados a abandonar su tierra.

Analicémoslo, es lo mismo -salvando algunas distancias- que vemos a diario en la prensa sobre las migraciones y los migrantes, que se ven forzados a dejar sus tierras y que son expulsados de las mismas por guerras, sequías, extracciones abusivas de recursos, de minería, contaminaciones que matan la vida por parte de grandes corporaciones que causan destrozos, y acaban expulsando a lugareñas  y lugareños de sus “lugares”, aquéllos que los vieron nacer y crecer. Es triste. Y hay que ver la forma de remediarlo.

A todas estas cuestiones hay que dedicar tiempo de reflexión colectiva. Y cuanto antes, mejor, porque en mejores condiciones estaremos si no dejamos que esta situación progrese hasta hacerse irreversible.

Carmen Molina

Coportavoz de EQUO Andalucía Verdes

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