Cuando alguien está enfermo lo más importante es saber el diagnóstico. También el deseo de curarse pasa por estar pendiente de que hábitos de tu vida ayudan a la curación y cuales la entorpecen. Una vez conocido el problema y puestos los medios para minimizarlo, será de utilidad la ayuda del resto de la sociedad en general y del médico en particular.
Es absurdo buscar ayudas externas y no cuidarte tu mismo. Nuestra sociedad y nuestro planeta también necesitan un diagnóstico adecuado y para ello deben estar los ciudadanos y los científicos independientes y críticos.
Los políticos y los medios de comunicación hacen un diagnóstico equivocado por estar alejados de la realidad y por la manipulación e influencia de los grandes lobbies. Según ellos el terrorismo islámico, la independencia de Cataluña, el desempleo o la corrupción son la enfermedad. Sin embargo confunden síntomas con enfermedad, y por tanto tratan de aliviar estos síntomas. Deberían preocuparse por erradicar las epidemias que ponen en peligro nuestra propia existencia como especie.
Con esto no quiero decir que aliviar los síntomas no sea necesario. Pues si se evita un atentado o se crea medio millón de puestos de trabajo se está mejorando en algo la sociedad. Pero la enfermedad sigue estando ahí y los síntomas después de la mejoría volverán a surgir de forma virulenta.
Cuando leo un artículo en otro sentido al habitual, en el que se habla del posible colapso de nuestra civilización debido al consumo irresponsable, tengo una sensación agridulce. Por un lado me alegra saber que hay gente que piensa como yo y que despierta conciencias dormidas. Pero por otro lado veo que el ruido mediático de la sociedad consumista no deja que este pensamiento se difunda a la mayoría de la población.
Aunque hay gente, como siempre, que se manifiesta en las calles, que protesta y no está de acuerdo con las decisiones de los políticos. Estamos otras personas que tratamos de poner la solución desde nosotros mismos. Si no podemos cambiar la sociedad ahora, podemos cambiar nosotros y esperar a que cada vez más gente se apunte a la revolución de los conmovidos.
No voy a escribir un artículo amplísimo explicando en que consiste esta revolución. Pues cada uno hace la suya propia. Simplemente se busca la felicidad mirando a tu interior y a las personas con las que compartes proyectos (familia, vecinos, amigos, compañeros de trabajo). Cambiando los hábitos de vida y de consumo, abandonando la corriente que nos lleva a todos en una misma dirección llegaremos a encontrarnos con nosotros mismos y con nuestras raíces.
Tenemos muchos ejemplos de personas carismáticas que se apuntan a esta revolución. El más conocido es Joaquín Araujo, que trabajó hace muchos años con Félix Rodríguez de la Fuente y decidió irse a vivir a la comarca extremeña de las Villuercas. Se dedica a una agricultura que respeta y potencia el equilibrio con el resto del bosque. Aunque la mayor parte del tiempo está en su finca, está omnipresente en los medios de comunicación cuando se trata de transmitir sus pensamientos y experiencias.
Otro conmovido es Gustavo Duch, que a través de la revista soberanía alimentaria nos invita a colaborar en lugar de competir con el resto de conmovidos. Una frase de Gustavo es mi preferida; dice que “mucha gente pequeña haciendo cosas pequeñas cambiará el mundo”. Mar Verdejo, José Manuel Sebastián, Arantxa Leal o Raúl de Tapia son otros conmovidos que propagan nuestras ideas por los medios.
Pero actualmente la principal difusora de estas ideas es María José Parejo a través de su programa de radio ‘El bosque habitado’. En este programa intervienen todos los citados anteriormente. María José nos abre los sentidos hacia La comunidad del bosque, una comunidad en la que se encuentran los conmovidos, los árboles, la comunidad alada y todas las criaturillas reales o imaginarias que habitan el bosque.
Pepe Esquinas es un conmovido que está jubilado y trabajó varias décadas en la FAO, vive en Córdoba. Recientemente en un artículo suyo podemos leer:
“Quien piensa que es pequeño y no puede hacer nada es que no ha dormido nunca con un mosquito y no es consciente de la fuerza que puede tener algo tan pequeño. Además, podemos ser mosquito mediante el uso del carro de la compra como carro de combate. Todo el mundo puede hacer cambiar el mundo mediante el consumo responsable, sin comprar más de lo que verdaderamente necesita”. // Así las cosas, considero que no vas a poder llevar nada a cabo si no sueñas, si no ves que es posible. Y para eso hay que soñar y ser utópico. Lo que era una utopía, como la abolición de la esclavitud, hoy es una realidad, al menos formalmente, y las utopías de hoy van a ser el mañana. Unamuno dice que 'una cosa deja de ser una utopía cuando cinco personas lo creen, entonces pasa a ser una posibilidad'.
Francisco Povedano Aguilera
Simpatizante de EQUO. Priego de Córdoba