Andalucía más que verde

Cambiemos de aires

En los últimos meses se han publicado nuevas investigaciones que confirman las sospechas de la acción neurotóxica de algunos contaminantes ambientales

La contaminación del aire mata. Ese es el lema que ha presidido la reunión que el mes pasado celebraron en Madrid más de un centenar de expertos internacionales en unas jornadas técnicas sobre calidad del aire y salud, organizadas por la Organización Mundial de la Salud, cuya directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente es la española María Neira. La situación en muchas ciudades de todo el mundo es francamente preocupante porque el aire que respiramos está sobrecargado de sustancias tóxicas producidas por la actividad humana.

Los estudios epidemiológicos y clínicos han aportado ya una abrumadora evidencia respecto a los nocivos efectos de esta contaminación sobre gran cantidad de enfermedades respiratorias, cardiovasculares, metabólicas, y tipos cáncer. Por si fuera poco, en los últimos meses se han publicado nuevas investigaciones que confirman las sospechas de la acción neurotóxica de algunos contaminantes ambientales, especialmente las micropartículas de menor tamaño (PM2.5) que se encuentran suspendidas en el aire y, por sus  diminutas dimensiones, son capaces de atravesar las membranas celulares transportando las sustancias tóxicas hasta el interior de nuestras células. La exposición a estas micropartículas, cada vez más abundantes en el aire de las ciudades, acelera el envejecimiento cerebral y se relaciona con mayor riesgo de demencias y Alzheimer.

Justamente estos días la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía ha publicado y abierto a la participación ciudadana el primer borrador de la Estrategia Andaluza de Calidad del Aire, que contiene un detallado diagnóstico de la situación en los principales núcleos urbanos e industriales de nuestra comunidad y plantea una batería de medidas para reducir la contaminación atmosférica en los próximos años. La concentración de micropartículas en suspensión supera los niveles recomendables para la salud en casi todas las ciudades andaluzas y la zona industrial de Bailén, al igual que ocurre con el ozono, debido a los niveles de los contaminantes primarios que participan en su formación (óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos) junto con la alta radiación solar que recibimos en Andalucía. Además, los cascos urbanos de Sevilla, Granada y Córdoba padecen niveles altos de dióxido de nitrógeno. La principal causa de esta contaminación es el tráfico rodado, a la que se añade el uso de combustibles en las actividades domésticas y comerciales así como industrias contaminantes como la del sector de cementos, cales y yesos. Las zonas industriales de Huelva y la Bahía de Algeciras están afectadas especialmente por la contaminación de las industrias petroquímicas y de producción de electricidad así como el tráfico marítimo, que producen niveles elevados de dióxido de azufre. Se añaden emisiones de metales pesados que exceden los límites admisibles de arsénico en los polígonos industriales onubenses, cadmio en el parque metalúrgico y joyero de Córdoba, y níquel en la Bahía de Algeciras, relacionadas con la naturaleza específica de su actividad industrial. 

Las medidas para revertir esta situación y conseguir que las ciudades andaluzas tengan un aire menos contaminado pasan, pues, necesariamente por mejoras en la movilidad y en el uso de los vehículos a motor, reducción en el consumo de combustibles fósiles sustituyéndolos por fuentes limpias y renovables para la producción de electricidad y energía en general, así como mayores controles de las emisiones industriales. Conociendo las deficiencias de la Red de Vigilancia Atmosférica de Andalucía y la histórica laxitud con que la Consejería de Medio Ambiente aplica las mediciones y controles a estas emisiones industriales, tenemos razones para sospechar que los niveles de contaminación atmosférica puedan ser aún mayores de los oficialmente registrados. Aún así, los datos disponibles ya son de por sí suficientes para justificar que no podamos admitir nuevos riesgos derivados de actividades industriales contaminantes en las proximidades de núcleos urbanos, como es el caso de la quema de residuos en los hornos de las fábricas de cemento de Córdoba, Alcalá de Guadaira y Niebla, tal como pretenden las multinacionales propietarias de estas factorías para aumentar sus beneficios.

Argumentos que habrá que seguir difundiendo y explicando para sensibilizar, movilizar y comprometer a todos los actores responsables en la búsqueda de soluciones a un problema que amenaza nuestra salud: administraciones públicas, agentes económicos y ciudadanía. Apoyándonos, además, en los resortes legales que tenemos a nuestro favor y que debemos utilizar inteligentemente. Normativa no falta, lo que se necesita es una aplicación rigurosa de la misma y una interpretación de los conflictos de intereses que se incline siempre a favor de la seguridad y la salud, basándose en el principio de precaución. No de los beneficios económicos, utilizando como escudo humano el chantaje recurrente de la pérdida de puestos de trabajo. Precisamente la semana pasada se publicaba en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía un decreto sobre derechos y responsabilidades de la ciudadanía en relación con la salud pública, plagado de propósitos inconcretos y declaraciones de intenciones pero con algunas disposiciones interesantes para nuestra causa, relativas a los espacios de convivencia saludable que deben promoverse en todos los municipios así como a los planes de movilidad sostenible, estableciéndose literalmente que “las Administraciones Públicas de Andalucía, en el ámbito de sus competencias, fomentarán los desplazamientos no motorizados, siendo el desplazamiento a pie y, en su caso, en bicicleta el eje central del patrón de movilidad de los pueblos y ciudades de Andalucía. Los municipios andaluces fomentarán el desarrollo de itinerarios que permitan la realización de trayectos a pie en condiciones de seguridad y comodidad para conformar una red que recorra la ciudad y conecte los centros escolares y culturales, las zonas comerciales y de ocio, los jardines, los centros históricos y los servicios públicos de especial concurrencia e importancia. Igualmente, corresponderá a los municipios desarrollar acciones tendentes a facilitar el desplazamiento seguro en bicicleta dentro de sus respectivos términos municipales”.

Así pues, empleando la creatividad, la iniciativa y el compromiso con los intereses colectivos, podemos y debemos emprender acciones decididas para conseguir un aire más limpio en nuestras ciudades y polígonos industriales. Hay muchas experiencias exitosas de las que aprender y nos demuestran que es posible un desarrollo urbano y económico adecuado, compatible con un entorno cada vez más saludable y convivencial. Ese es el camino. Porque la otra opción, aguantar la respiración, no tiene ningún futuro.

Salustiano Luque Lozano
Médico y coportavoz de EQUO Córdoba

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