Hace un par de semanas se celebraron elecciones en Holanda. Las encuestas daban verdadero miedo: el líder de la ultraderecha xenófoba se mostraba como firme candidato a ganar las elecciones.
Es cierto que son tiempos difíciles en Europa, más ahora que se empieza a poner en duda el sistema común o cuando se habla de las dos Europas, a distintas velocidades. Y es que cuando el capitalismo empieza a fallar y el sistema de garantías sociales se deteriora, el discurso fascista es de fácil calado.
Aunque, por otro lado, frente al discurso de odio y división, se abría una vía esperanzadora: un camino de unidad, fraternidad, justicia y equidad. Una alternativa ecologista y feminista, encabezada por Jesse Klaper, que ha sabido plantarle cara al odio.
Tengámoslo claro, cuando las cosas no funcionan hay que cambiarlas. Y no sirve cambiar el liberalismo por el socialismo, o viceversa. Mucho menos es útil volver a tropezar en la misma piedra por el miedo a lo desconocido. Estamos en una época de cambio y toca apostar por la vía de la esperanza, la vía del futuro. Es momento de cambiar de rumbo y trabajar desde una perspectiva ecologista y feminista por una Andalucía más que verde, donde no sólo importe nuestro entorno, sino que también importen las personas que lo habitan y que éstas puedan tener un modo de vida que no comprometa el de sus generaciones venideras.
En Austria, la mayoría del país optó por el candidato del partido verde. En Holanda la mayoría de mujeres y jóvenes también optaron por el candidato ecologista. Algo está cambiando, y es que cada día somos más conscientes de que el futuro será feminista y ecologista o no será. Porque no se pueden seguir permitiendo las elevadísimas cifras de desempleo juvenil, ni tampoco las continuas víctimas de la violencia machista. No se puede permitir que los recortes hagan tambalear la sanidad y la educación pública. Tampoco que la calidad de los comedores escolares decaiga cuando somos el mayor productor ecológico de nuestro país. No se puede soportar que nuestro Parque Nacional más emblemático se vea amenazado por el viejo modelo energético. Ni que las basuras se piensen como sostén de este viejo modelo mediante la incineración, sin importar nuestra salud.
Mientras todo eso sucede, nuestra presidenta de la Junta de Andalucía se dedica a hacer carrera política, y el principal partido de la oposición se dedica a hacer una campaña demagógica contra un impuesto que la mayoría no pagaremos.
Ante ello la solución está clara, y pasa por hacer políticas transformadoras desde la ecología y la justicia social. Dicen que el verde es el color de la esperanza, yo creo que es el de la felicidad. Por eso los países donde se hacen políticas más verdes que ponen a las personas en el centro se sienten los más felices. ¿De verdad vamos a seguir soportando tanto para mantener a alguien a quién no le importa Andalucía? Es el momento de empujar bien fuerte en la construcción de una alternativa que sea capaz de hacer realidad el sueño de tener una Andalucía más que verde donde cuenten las personas.
Francisco Sánchez Molina
Coportavoz de EQUO Andalucía