La Audiencia Provincial de Almería ha impuesto 36 años y cuatro meses de prisión a A.M.R., el joven procesado junto con otras ocho personas por el robo frustrado en una plantación de cáñamo industrial en Almería que mató a tiros al dueño de la finca e hirió de gravedad a sus dos hermanos, copropietarios del invernadero al que todos ellos, salvo dos que fueron absueltos, se dirigieron con la intención de robar la plantación, que creían marihuana, durante la tarde del 30 de septiembre de 2020.
La magistrada-presidenta, Alejandra Dodero, impone al acusado 14 años de prisión por un delito de homicidio, 18 años más por dos delitos de homicidio en tentativa, tres años de prisión por el intento de robo con violencia y empleo de arma y un año y cuatro meses por tenencia ilícita de armas. Para la condena se ha tenido en cuenta la agravante de disfraz, al haber actuado con el rostro cubierto, en base al veredicto de culpabilidad que un tribunal de jurado dictó por unanimidad.
Al resto de los acusados los absuelve de los delitos de homicidio y únicamente los condena por un intento de robo con fuerza en la finca, situada en el barrio capitalino de La Cañada, a penas que van entre los diez meses de prisión para dos de ellos, a los que impone la agravante de disfraz, a los seis meses de prisión para uno de los implicados, al que aplica la atenuante de confesión. A los tres restantes les impone ocho meses de prisión.
La sentencia, consultada por Europa Press, da por probado que sobre las 19,00 horas del día de los hechos los acusados se dirigieron a un invernadero situado en el Cortijo Vidal del Paraje Cintas para sustraer lo que creían era marihuana, pero en realidad era cáñamo industrial.
Una vez en el invernadero y para acceder a su interior, uno de los acusados rompió con un objeto punzante una de las bandas plásticas del invernadero para acceder al mismo sin saber, como el resto de implicados, que A.M.R. portaba una pistola del calibre 22 milímetros guardada entre sus ropas.
Tras ver que dentro del invernadero había personas, A.M.R. se subió al muro de la balsa de riego y comenzó a disparar hacia los hermanos propietarios de la finca que se hallaban en el interior sin que haya quedado acreditado que hubiera un acuerdo previo con el resto de los acusados.
Uno de los agricultores falleció a causa del disparo recibido, que le atravesó el corazón puesto que la bala traspasó el tórax de una punta a otra, mientras que los otros dos hermanos resultaron gravemente heridos con un tiro en el abdomen y otro en el muslo izquierdo, por los que les han quedado secuelas.
El principal acusado no solo rechazó su participación en los hechos sino que incluso alegó en su declaración que el día del robo se encontraban en el entierro de su abuelo en Barcelona, si bien el resto de los implicados lo situó en el lugar de los hechos.
A ello se une que uno de los hermanos víctima del robo reconoció "sin ningún género de dudas" al acusado como autor de los disparos. "Sueño con él todas las noches", llegó a testificar la víctima en el momento de identificarlo y dar una descripción del mismo.
El jurado también tuvo en cuenta que el disparo que hirió mortalmente a la víctima, con trayectoria descendente, era compatible con que el autor del tiro estuviera a una altura superior a la de la víctima en el momento del tiro.
La magistrada impone al principal acusado además el pago de una indemnización de 254.501 euros a las víctimas y la madre del fallecido toda vez que acuerda que no se le conceda el tercer grado penitenciario hasta que haya cumplido, al menos, la mitad de la pena.
A.M.R. es el único de los procesados que ya se encontraba en prisión por un delito anterior de robo, por el que se le impusieron nueve años. En abril de 2022 y con 22 años, el joven llegó a protagonizar una fuga de la cárcel de Lledoners, en Sant Joan de Vilatorrada (Barcelona) durante una salida médica en Terrassa cuando cumplía once meses de prisión por un alunizaje en un concesionario.
El resto de los acusados no pudieron sustraer la marihuana debido a que aparecieron terceras personas y tuvieron que marcharse de forma precipitada del lugar. El autor material de los disparos, que actuó encapuchado al igual que otros tres implicados, estaba en posesión de una pistola pese a carecer de permiso de armas.
El jurado no pudo determinar a raíz de las pruebas practicadas durante el juicio que el resto de los acusados portaran navajas, pinchos o una barra extensible así como tampoco armas de fuego del calibre 22 y otra del calibre 7,65 milímetros estando de acuerdo en usarlas si era necesario para conseguir sustraer la marihuana.