Son las ocho y media de la tarde y en la nave que la Cooperativa Gallombares tiene justo a la entrada de la aldea de Ribera Baja se ha iniciado ya el trajín de furgonetas que se acercan para la entrega de los espárragos recogidos durante el día. Los largos y robustos brotes son pesados y posteriormente colocados cuidadosamente por varios hombres sobre palés, encima de los cuales ofrecen un hermoso espectáculo, a la espera de ser cargados en el camión que los transportará a la cooperativa matriz de Loja, donde arrancará su proceso de comercialización. En el bar del centro social, situado junto a las instalaciones, Luís Berlanga, alcalde pedáneo de Ribera Baja y pieza clave en el engranaje de este sector, nos explica que es esa, prescisamente, la gran aspiración que se persigue hacer realidad aquí, la de la creación de una nave de clasificación, una infraestructura que multiplicaría el número de puestos de trabajo que ya se generan entorno al cultivo del espárrago en nuestro término municipal.
Mientras ésto ocurre, en Ribera Baja, el espárrago se ha consolidado como fuente de riqueza en los últimos años. Desde que hace unos quince, los primeros pioneros pusieran las primeras plantaciones, y hace aproximadamente una década, comenzara a generalizarse en la zona, este cultivo no ha hecho más que ganar terreno. En la actualidad ocupa ya más de 70 hectáreas que se reparten, de hecho, no sólo en el entorno de Ribera Baja, sino también en otras zonas como Charilla, Ribera Alta, Ermita Nueva, Mures, e incluso otros municipios, como Frailes y Montillana. El porque de este éxito hay que buscarlo en el hecho de que, en tiempos de crisis, en los que cultivos como el del olivar, la patata o la cebolla no han hecho más que perder margen de beneficio para el agricultor, el cultivo del espárrago se mantiene como el único cultivo rentable. No en vano, el precio del kilo de espárrago se está moviendo en estos momentos, dependiendo del calibre, entre 1,80 y 2,10 euros, un precio que permite generar alrededor del sector una producción de empleo que no tiene parangón en el entorno rural de Alcalá la Real. “Durante la campaña de recogida del espárrago no hay paro en Ribera Baja -nos cuenta satisfecho Luís-, para las obras del Plan de Empleo Agrario tenemos que traer gente de otras aldeas”. No es una exageración. La actividad se palpa en los cultivos y en la propia cooperativa. Desde las siete de la mañana, los campos se llenan de trabajadores que se afanan en los linios, en la delicada labor de la recogida de este tallo leñoso, erigido en símbolo de prosperidad y riqueza.
La campaña, que se inicia en abril, se prolongará hasta finales de junio. Casi tres meses en los que se vendrán a recoger unos 360.000 kilos de espárrago, lo que se traducirá en más 5.000 jornales, ya que cada persona recolecta unos 70 kilos de espárrago por jornada de trabajo. Pero la actividad generada va más allá de la propia recogida, y se genera también trabajo en labores de desbrozado, mantenimiento o tratamiento fitosanitario.
El mercado de este producto tampoco para de crecer. Si hasta el momento los destinos preferentes han estado en la Unión Europea, especialmente en Francia, Suiza y Alemania, la demanda de China, hasta ahora país productor, se encuentra en pleno auge, levantando incluso las suspicacias de los cosecheros, que apuntan la posibilidad de que el país asiático compre el espárrago para revenderlo posteriormente. El espárrago de nuestra zona es muy codiciado y demandado puesto que tiene un mejor sabor que el de la Vega de Granada, "que es todo agua". "Aquí el espárrago crece durante cinco días, allí tres. El sabor es mucho mejor, y eso se reconoce incluso en Alemania, por parte de los clientes más exigentes", nos asegura Berlanga. La venta deja en las arcas de la cooperativa unos ingresos superiores a los 650.000 euros, una verdadera inyección económica para un sector que, como apuntamos al principio, tiene en el horizonte el gran objetivo de transformarse de crear un centro de clasificación, en el que se crearían entre 20 y 25 puestos de trabajo adicionales, que además podrían mantenerse en el tiempo, ya que las instalaciones podrían utilizarse además para gestionar el embasado de cultivos como la patata o la cebolla, que hoy por hoy apenas son rentables por culpa de los intermediarios, que problema que quedaría eliminado. Además, para la regeneración de los terrenos dedicados al cultivo del espárrago, que tienen un ciclo de entre diez y doce años, podrían incorporarse otros como el de la alcachofa. Este ilusionante objetivo queda, no obstante, supeditado a alcanzar un volumen de recolección de producto de unos 10.000 kilos diarios para hacer rentables las instalaciones, una cifra que, según Luís Berlanga, podría lograrse en dos años, a la vista del auge que el cultivo está teniendo. Durante esta campaña se han alcanzado puntas de 8.000 kilos/día, pero la media se encuentra todavía entre los 5.000 y los 6.000 kilos.
“En tiempos como éstos, tengo claro que el futuro está aquí, en continuar creciendo e invirtiendo en ésto. La juventud tiene aquí una gran oportunidad”, nos asegura Luís, un hombre capaz de seguir hablando apasionadamente del espárrago hasta quedarnos sin luz del sol.
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