Son muchos los que podrían pensar que en esta Alcalá de nuestros días, fenómenos como la inmigración de temporada son cosa del pasado. Por desgracia, nada más alejado de la realidad. No solo sigue existiendo sino que, de hecho, está cogiendo fuerza en los últimos años. La falta de trabajo, los bajos salarios y la precariedad de los escasos empleos, unido a la alarmante subida del coste de la vida hacen que cada vez sean más los paisanos que acaban aceptando hacer lo mismo que, en muchos casos hicieron sus padres, subiendo a Francia a trabajar en la manzana o en la uva, para poder ganar un dinero que les ayude a vivir el resto del año.
David León Olmedo lo sabe bien. Este joven alcalaíno de cuarenta años se dedica desde hace apenas dos a servir como intermediario para llevar a trabajadores alcalaínos, pero también de Castillo de Locubín, Valdepeñas o Frailes para trabajar en la campaña de la manzana en la localidad de Chenu, situada en la región del Loira, a escasos kilómetros de Tours, en el noroeste de Francia. Una vez allí, él mismo trabaja también como temporero durante los aproximadamente tres meses que dura la estancia.
“La campaña de la manzana empieza a finales de agosto y dura hasta mediados o finales de noviembre. En la jornada contamos con un descanso en el que incluso se puede ir a comer a la casa. La empresa nos ofrece el alojamiento. No pagamos luz ni agua. Nos proporcionan también el transporte para ir a comprar o para ir al trabajo. Trabajamos mezclados con trabajadores de distintos países: portugueses, polacos y españoles de otras regiones”, explica. En cuanto al trabajo en sí, hay unas exigencias mínimas, a partir de las cuales se paga la cantidad extra recogida. “Trabajamos por cajones. A cada pareja se le exige recoger seis cajones diarios y cada cajón tiene cuatrocientos kilos de capacidad. Es un objetivo factible y no lo considero un trabajo duro. Los cajones extras que se cojan, se pagan aparte. Es un trabajo que no requiere de mucho esfuerzo físico. Lo único malo que tiene el trabajo en Francia es que cuando llueve tienes que ponerte el chubasquero y seguir trabajando. Es decir, no se para porque llueva. No obstante, también en Francia comienza a notarse el cambio climático y cada vez llueve menos”, asegura.
David actúa como enlace para una de las empresas francesas más grandes del sector, cuyo nombre es Mylord, y al frente de la cual se encuentran empresarios destacados como Romain Tessier o Patrick Baqué. “Vivimos todos juntos en una casa, que es la que nos proporciona el empresario, y nosotros nos organizamos en cuestión de comida. Los gastos de comida sí corren de cuenta de los trabajadores. Hacemos un bote conjunto y compramos la comida aquí antes de salir, a proveedores de Alcalá, ya que sale más económico que comprarlo allí. También tenemos nuestro tiempo libre: sábado por la tarde y domingo, aunque prácticamente la vida allí consiste en trabajar y hay poco ocio. Una vez termina el trabajo, comemos y a descansar, y así casi todos los días. No solemos salir de allí por lo que apenas se gasta y se puede ahorrar”.
“Las condiciones son buenas –asegura David–. A nivel de salario, se cobra la hora neta a diez euros. Normalmente echamos un mes de clareo y luego llega la recogida, que es cuando más se gana. Al final de la campaña, una persona normal se puede traer entre 4.000 y 4.500 euros limpios. Esto hace que cada vez más gente quiera subirse a Francia a trabajar. Mi móvil, de hecho, no para”.
El número de personas de Alcalá que suben a Francia a trabajar como temporeros ha crecido, según David, en los últimos años. De hecho, ha creado una bolsa para trabajo agrícola cuya función es surtir de trabajadores también otras campañas, como la de la uva, el espárrago o el limón. “La empresa para la que trabajo en el Loira emplea solo en la recogida a unas 350 personas, pero hay muchos más trabajadores en la explotación de más de 400 hectáreas, desde tractoristas hasta empleados de fábrica, de modo que puede llegar a haber cerca de mil empleados en total”, asegura.
“Por necesidad, ahora mismo hay cada vez más gente que se está yendo a trabajar a Francia desde Alcalá y comarca. La falta de trabajo, la subida del coste de la vida, el hecho de que el campo cada vez deje menos para vivir, está haciendo que mucha gente se vaya ahora a la campaña de la manzana para luego enganchar aquí con la aceituna o la tala. También está la gente que se queda allí, porque en Francia hay trabajo casi todo el año si uno quiere. La mayoría de las personas que van son jóvenes, varones, de entre 18 y 30 años. La mayoría son personas con escasos estudios, que no ha podido encontrar trabajo aquí”, precisa David, quien aprovecha para indicar que “Cualquier persona interesada en trabajar en la campaña solo tiene que ponerse en contacto conmigo (correo: leonolmedodavid@gmail.com o en el teléfono 617 25 68 19). Me gusta pedir currículum para conocer a la persona, pero no exigimos más requisitos”.
Como vemos, pasan los años, pero hay cosas que siguen siendo igual. El próximo día 26 de agosto tendrá lugar la salida del autobús que llevará a los temporeros a su destino en Francia. Un viaje de 20 horas y más de 1.460 kilómetros, cuyo coste también corre a cargo de los trabajadores. Todo ello para traerse a casa un dinero que, a buen seguro, vendrá muy bien para completar la economía familiar el resto del año.
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