Mientras los telediarios se llenan estos días de señores encorbatados que negocian con quien haya que negociar el reparto de los sillones y los ceros que van a tener sus espléndidos sueldos a lo largo de los próximos cuatro años, la Alcalá “real”, la que forman los que no tienen nómina y ni siquiera saben lo que es una paga extraordinaria, esa Alcalá, tiene otro tipo de preocupaciones, como por ejemplo, averiguar de qué forma va a poder llenar la nevera el próximo invierno si los peores augurios se cumplen y la campaña de la aceituna que viene es tan mala como la que acabamos de dejar atrás.
Estas expectativas, ni más ni menos, son las que se manejan, por ejemplo, desde algunas organizaciones agrarias, como la Unión de Pequeños Agricultores. Su secretario general en Alcalá, Cristóbal Cano Gallego, se muestra categórico en este sentido. “En las parcelas de solana no hay ni una aceituna. La floración empezó en marzo y abril, y las temperaturas de treinta y tantos grados que alcanzamos ese mes quemaron la trama. Bien es cierto que, con el agua caída en los meses de mayo y junio, los olivos están muy bonitos y es posible que, si no pasa ninguna hecatombe, haya algo para la otra campaña. No obstante, la próxima, la 23-24 puede ser tan mala como la de este año, que ya de por sí ha sido la peor en lo que va de siglo. Es la primera vez que algo así ocurre, el tener dos campañas malas seguidas. No se había dado nunca”.
El causante está claro: el cambio climático. Sequía, unida a altas temperaturas, forman una tormenta que dibuja un panorama desastroso. “Nos preocupa bastante, porque el enlace de campaña –es decir el aceite sobrante de la campaña anterior, cuando se comienza a moler el de la siguiente- va a ser el más pequeño conocido nunca. Por tanto, aunque las ventas, tanto nacionales como internacionales, vayan bien, es posible que al final de la próxima campaña nos quedemos prácticamente sin aceite, al encadenar dos seguidas sin apenas producción. Los precios son razonables, pero no hay aceite. ¿De qué me sirve que me paguen a seis euros el kilo de aceite si no tengo nada? Tenemos un gran problema”, asegura.
Cristóbal Cano Gallego llega a augurar tensiones en el mercado. “Hay que consumir de manera responsable. Es cierto que los más de cien litros recogidos en las últimas semanas van a hacer que la producción en la campiña de Jaén, Córdoba y Sevilla, sea mediana o buena, sobre todo en las variedades hojiblanca y picudo, pero la realidad es que, a nivel de Alcalá la Real, la campaña va a ser ínfima, muy mala, y si no es como la de este año, será peor”.
Almazaras que se plantean no abrir
La situación puede ser tal, que algunas de las más de doce almazaras que hay en el término municipal podrían no llegar a abrir. “Ya en esta pasada campaña, algunas de las almazaras que abrieron, con el aceite que han molturado, les va a costar pagar a la gente. Y de cara a la próxima campaña, si abren será un suicidio, ya que, al no haber aceituna, cuesta más el collar que el perro. Estamos ante un problema serio, ya que hay almazaras que tienen una deuda grande, y aunque este año, en algunos casos, se la han subrogado para que no paguen, están en una situación difícil. Abrir una almazara, por pequeña que sea, entre mantenimiento, pagos de sueldos, etc, cuesta sin problema 200.000 ó 300.000 euros. Si mueles un millón de kilos de aceituna, son 200.000 kilos de aceite, con lo cual apenas se cubren costes. Seguimos teniendo en nuestra tierra el problema del exceso de cooperativas, puesto que se calcula que una almazara solo es verdaderamente rentable a partir de 8 millones de kilos de aceitunas, concluye.
El 90% de la cereza, afectada en algunas zonas
Aunque sea un cultivo testimonial y que retrocede cada vez más, en el caso de la cereza se ha cumplido también el viejo refrán de que “nunca llueve a gusto de todos”. Las recientes lluvias, la mayor parte de los días en forma de tormentas, a veces de gran virulencia e intensidad, han dado lugar a que, según el responsable de UPA, “el 90% de la producción, en algunas zonas, se haya dañado, bien rajadas o aguadas, por lo que no sirven en su mayor parte. Aunque el precio de la cereza este año sea razonable y cubra los costes de producción, al no haber fruto disponible estamos en la misma situación que la aceituna”. El retroceso de la cereza, por tanto, continúa, lastrado por la necesidad de mucha mano de obra. Las zonas dedicadas en otro tiempo a este cultivo, se han ido sustituyendo por espárrago y pistacho, fundamentalmente, y a día de hoy la superficie de cerezo no llega a las 20 hectáreas en el municipio.
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