El año 1975, de vuelta de mi excursión de ocho años en Madrid, donde empecé a valorar en algo más que su justa medida que la provincia de Huelva se caracteriza, turísticamente hablando y escribiendo, por lo extenso de sus paisajes naturales, tanto de litoral como de serranía y, aparte las joyas gastronómicas de la Costa y la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, la gamba y la coquina y en las estribaciones de Sierra Morena, Jabugo, el epicentro del jamón serrano sin par que -repito- constituye la avanzadilla y el protagonismo de una joya gastronómica que no hace muchos días ha celebrado en Aracena la degustación de este producto ‘made in’ Huelva…
La provincia, en suma, se caracteriza por lo extenso de sus parajes naturales, siendo un tercio de su extensión espacios naturales protegidos, y, evidentemente, uno de los principales reclamos naturales protegidos es el Parque Nacional de Doñana, un mosaico de ecosistemas que albergan una biodiversidad única en Europa. A todo ello debemos sumar la riqueza natural del destino Huelva, algo que ha atraído a lo largo de la historia a multitud de civilizaciones que dejaron innumerables vestigios, tartésicos, romanos, visigodos, islámicos y cristianos… ¡Ah! Y La Rábida, solo separada de la capital por la unión de los ríos Tinto y Odiel, allí donde se gestó el descubrimiento de América, y pare usted de contar, que diría nuestro presidente de la Diputación Provincial, que desde hace poco más de un año se incorporó a una gestión que, sin apartarnos de lo que representa La Rábida, no pierde compás para conseguir que su inclusión en el catálogo de Patrimonios de la Humanidad sea ¡ya! un requisito que incompresiblemente se ha ido postergando después de una Exposición Universal en Sevilla que hubiera sido, por justicia y naturaleza, lo más oportuno y significativo de la gran epopeya marinera de 1492.
El talante de Huelva tiene que cambiar y al hilo de aquellos Centros de Interés Turístico Nacional un tanto olvidados, y entre ellos Isla Canela en Ayamonte, El Portil en Cartaya y Matalascañas en Almonte, nos encontramos ahora mismo y después de un cuarto de siglo de experiencias a tener en cuenta por el resto de esa Costa de la Luz cuya denominación tan poco aprovechada, todo un paraíso junto al mar que se llama Islantilla y forman los municipios de Isla Cristina y Lepe, tanto monta, todo como el destino perfecto para unas inolvidables vacaciones en familia, o una escapada con amigos a las cautivadoras playas de Huelva. Este singular complejo, compuesto por el recientemente renovado hotel de 4 estrellas y un campo de golf de 27 hoyos, se encuentra estratégicamente ubicado en la parte occidental de la Costa de la Luz, justamente las marismas leperas del río Piedras y las también próximas de La Higuerita. Todo ello enmarcado por la belleza natural de su entorno, el resort de Islantilla, que cuenta con un Beach Club frente al mar, todo ello inaugurado en 1992 y que cuenta con ese campo de golf que ha sido el único de toda la provincia en albergar una prueba del Circuito Europeo, Tour de España Master en 1995, “uno de los 100 mejores campos de golf de Europa”, un total de 192 habitaciones, 12 villas turísticas, 5 restaurantes, beach club en primera línea, kid’s club y zona wellness…
Sí, allí donde la comodidad se fusiona con la naturaleza y donde, un dato para esa Agencia Destino Huelva que ha sustituido al Patronato Provincial de Turismo y al Destino Huelva, con un repertorio de facilidades para, sobre todo, personas con movilidad reducida. Allí, donde desde hace dos años, Islantilla hizo la oferta más específica para estas personas y sobre la base de toda clase de facilidades gracias al hotel que ha sentado un gran precedente en toda la costa, y que, repito e insisto, hacen de Islantilla no solo un referente turístico sino un aliciente y toda clase de facilidades para personas que por sus especiales características físicas necesitan ayudas para el baño. De ello puedo dar fe, ya que durante dos años he compartido como espectador y divulgador de ese pequeño gran milagro de una zona de sombra habilitada en la misma playa, y constituida por una plataforma de madera, sobre la arena y después de un acceso que cuenta con la presencia de los socorristas que en esa zonas de sombra hacen el milagro de que, sobre todo parapléjicos puedan disfrutar del baño. Sí, algo más que singular.
Sí, lleva razón el señor Toscano Contreras cuando destaca que “Huelva ofrece experiencias únicas… porque no está masificada”. La experiencia vivida en este acogedor punto de descanso de Islantilla es motivo para la reflexión y que debería extenderse a otros enclaves turísticos no solo de playa, sino a la serranía, haciendo posible llevar ilusión a un sector de personas que en Islantilla lo encuentran todo a mano.
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