Ha resultado frustrante comprobar, una vez más, el escaso protagonismo que ha tenido Andalucía en los compromisos y los mensajes electorales en esta campaña. No han faltado referencias a nuestra tierra, pero de manera residual sobre sus necesidades, aspiraciones o problemas. Los presidenciales sólo mentaron a Andalucía como ariete de desgaste para intentar desprestigiar al adversario político. Populares y ciudadanos para castigar al PSOE por la supuesta herencia envenenada recibida por el nuevo Gobierno andaluz de los anteriores ejecutivos socialistas. El PSOE y Unidas Podemos atacaron al PP y Cs por sus primeras decisiones al frente de la Junta condicionadas, según denuncian, en muchos casos, por el peaje que deben pagar a Vox por su apoyo en la investidura. Sería de necios sorprenderse por estas prácticas habituales de ataque entre contrincantes, lo que sí sorprende es que lo único que trascienda de Andalucía, la comunidad más poblada de España, sea peyorativo elecciones tras elecciones.
Acabada la contienda, espero que el nuevo Gobierno central, resultante ayer de las urnas y de los pactos por llegar, tenga gestos inmediatos con Andalucía. No por el bien de Andalucía, sino por el bien de España. Lo primero que debería hacer el nuevo consejo de ministros es aprobar un Plan de empleo especial para la comunidad con más paro de España y entender que los parados andaluces son parados españoles. Lo segundo es afrontar de inmediato la reforma del sistema de financiación autonómica que resuelva la infrafinanciación que sufre, al igual que otras comunidades, Andalucía. Financiación que, bajo ningún concepto, debe amparar el principio de ordinalidadque seguiría ahondando las diferencias entre las regiones con mayor y menor Producto Interior Bruto.
Lo tercero: considerar obra de interés de Estado la Algeciras-Bobadilla para acabar con el aislamiento ferroviario que sufre incomprensiblemente el puerto algecireño, así como no ampliar el peaje de la autopista AP-4 entre Sevilla y Cádiz que expira el 31 de diciembre, ni establecer en el futuro un peaje blando que garantice su conservación.
La cuarta tarea que Andalucía merecería de Moncloa es acabar con el dumping fiscal que ejercen algunos territorios sobre otros, como Madrid que, favorecida por las grandes industrias instaladas allí bajo el paraguas imbatible de la capitalidad, baja los impuestos para atraer más inversiones que, con esta competencia desleal, detrae de otras comunidades. Son corporaciones que venden a toda España -sus beneficios y facturaciones rondan el 80% fuera de Madrid-, pero sólo la comunidad madrileña recibe los ingresos fiscales por todo lo que ingresan en el conjunto del Estado.
Al nuevo Gobierno: No todo es Cataluña y Madrid. Miren con más cariño a Andalucía.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es
