Cuando Iñaki Gabilondo se despidió en 2005 de la audiencia de la Cadena SER después de 35 años, dejó un formidable magisterio para la profesión periodística. En su último programa como director del Hoy por Hoy -el programa más escuchado de la radiodifusión española- pidió perdón por su ira. El líder incontestable de la comunicación en España se disculpó porque “en ocasiones” no supo “controlar” su ira. Y personalizó su pecado en las críticas que dirigió al ex presidente del Gobierno José María Aznar por sus decisiones en contra del sentir mayoritario del pueblo español -Guerra de Irak, reforma educativa, la gestión del Prestige,etc…- y en contra del grupo Prisa y del propio Gabilondo, a quien no concedió ni una sola entrevista en sus 8 años en La Moncloa. “Aunque hizo méritos suficientes para recibir mis críticas, yo no estuve bien, no supe controlar mi ira”, lamentó Iñaki.
Desde entonces, he intentado aplicar a mi trabajo profesional esta enseñanza. Ante injusticias, mentiras, incoherencias o agravios superlativos, he acudido a la crítica, al cuestionamiento, al reproche y a la contextualización de los hechos censurables, pero siempre intentando que estos análisis no fueran airados y ofensivos. No sé si lo logré siempre, pero fue mi objetivo no caer en la ira y en la ofensa.
Sin embargo, en las últimas semanas, me está costando muchísimo más esfuerzo no arremeter sin piedad contra comportamientos públicos que se deslizan en la desfachatez, la mentira, el bulo, la manipulación y la demagogia. Por ello, de antemano, me disculpo si en adelante no sé controlar mi ira, por ejemplo, ante las fakenews y los memes ofensivos que los partidos políticos y sus discípulos de influencia difunden sin rubor en las redes sociales hasta convertirlas en fosas sépticas.
Pido perdón por si algún día reacciono desproporcionadamente ante el ataque despiadado que siguen sufriendo los ex presidentes Chaves y Griñán, que ya asumieron responsabilidades políticas, pero que siguen siendo el saco de boxeo al que golpean sin la menor compasión como si no hayan sufrido el suficiente escarnio público cuando aún no hay sentencia sobre los EREs y nadie ha podido demostrar que se lucraran.
Pido perdón de antemano por si en alguna ocasión me revuelvo ante la sarta debarbaridades que acumulan los dirigentes de Vox en su trinchera contra las leyes de Violencia de Género, LGTBI, inmigrantes y Memoria Histórica, y contra quienes las hacen cumplir. Y pido perdón por si no soy capaz de controlar mi ira ante chorradas monumentales como las del Papa Francisco a quien recomiendo que lea cualquier definición elemental del feminismo: “La igualdad y los mismos derechos entre hombres y mujeres”.
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