Nadie pone freno a las fakenews y a los bulos en las redes sociales? Así encabecé días atrás una publicación en Facebook y Twitter alarmado por la fosa séptica de odio y mentiras en la que algunos, movidos por intereses espurios, han convertido estas plataformas de internet. Como si se tratase del nuevo parte radiofónico del franquismo, propaganda sustentada en falsedades al servicio de un único relato nauseabundo.
Así las cosas, las feministas no defienden la igualdad de sexo, son terrorristas callejeras y kaleborroka que imponen el supremacismo femenino; la Ley contra la Violencia de Género no persigue a los cobardes y machistas agresores e intenta proteger a las víctimas, sino que, en realidad, criminaliza a los hombres al meterlos en la cárcel por denuncias falsas; la crisis económica no la provocó la banca con su codicia, sino los inmigrantes que nos quitan el trabajo, las ayudas y encima vienen a delinquir y a que les regalemos la tarjeta sanitaria; los gays, lesbianas, transexuales, bisexuales, y las madres y padres solteras-os no demuestran la variedad de familias y de modos de amar y relacionarse, pues ponen en peligro la familia tradicional, y la Ley de Memoria Histórica no busca reparar el dolor de los perseguidos por el franquismo porque no es otra cosa que una norma revanchista con la que los rojos quieren reescribir la historia. Son algunos ejemplos de un megáfono imparable de estiércol que demasiada gente asume como verdades incuestionables. Ante tanta falacia, que alimenta aposta un creciente mensaje de odio, resulta imprescindible dosis grandeza y pedagogía porque que nadie dude de que se está librando una guerra en la red y, de momento, la están ganando los malos. Por ello, los buenos, que son más y mejores, deben sentirse concernidos ante tanto disparate delirante e insultante.
De ahí que salude que la Iglesia y la Monarquía –tantas veces ausentes en debates corrompidos- se sumaran la pasada semana a las voces que están poniendo un poco de cordura, sentido común y respeto hacia los inmigrantes. Los obispos andaluces denunciaron “un incremento de las actitudes racistas y xenófobas basadas en argumentos manipulados que no se corresponden con la realidad”. En sintonía, el Rey Felipe VI apostó por buscar “soluciones migratorias eficaces con políticas centradas que respeten la dignidad de las personas”. Discursos en las antípodas de la locura inhumana y xenófoba de Vox al insistir al nuevo gobierno andaluz en que identifique y deporte de inmediato a los 52.000 inmigrantes que, según sus cálculos, viven irregularmente en Andalucía.
Ante faraónicos disparates como éstos, la mejor respuesta en neutralizar la mentira con datos porque la verdad siempre será más poderosa que el odio.
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