En una comunidad, como Andalucía, donde la industria apenas representa un 13 % de su Producto Interior Bruto (PIB), cuatro puntos por debajo de la media nacional en 2015, resulta cardinal mimar a las grandes multinacionales, industrias y empresas andaluzas. Algunas de estas firmas, como el Grupo Cosentino, Sacyr, Ayesa y otras, no sólo sostienen buena parte de ese mejorable músculo industrial -sobre todo si tenemos en cuenta que el sector servicios representa un desmesurado 74% de la economía andaluza-, sino que se han convertido en la mejor carta de presentación de la excelencia, profesionalidad y compromiso de nuestros trabajadores en el extranjero.
El testimonio, el pasado jueves, en la serie radiofónica Ser Andaluces de la Cadena SER Andalucía, de las vicepresidentas de Cosentino y Ayesa, la almeriense Pilar Martínez Cosentino y la sevillana Arancha Manzanares, respectivamente, y semanas atrás del presidente de Sacyr, el jienense Manuel Manrique, evidencia una de las grandes transformaciones que ha vivido Andalucía y en la que, sin embargo, no se pone suficientemente el acento.
Frente a las oleadas de trabajadores andaluces que llegaron en la posguerra a Alemania y Suiza “con un no de plomo en la cabeza”, como lamentó el insigne académico e hijo predilecto Emilio Lledó, ahora nuestros ingenieros, informáticos, técnicos y diseñadores se alzan con los mejores concursos internacionales en competencia con las grandes multinacionales del mundo.
En estos momentos en los que se ha convertido en casi deporte nacional reñir a Andalucía por sus malos resultados en el Informe Pisa, sin tener en cuenta el atraso intencionado al que el franquismo condenó a nuestra tierra, conviene inocular el mensaje ilusionante de autoestima que lanzan los máximos responsables de los iconos industriales andaluces.
Manuel Manrique: “Mucha gente querría en España y en otros países tener la profesionalidad, la seriedad y la capacidad de trabajo que tienen los andaluces. El organigrama del nuevo Canal de Panamá estaba lleno de andaluces”.
Pilar Martínez Cosentino: “En Andalucía nos falta un poco de autoestima, de creer que somos capaces, porque nuestros profesionales, cuando van fuera, marcan la diferencia. El nivel de compromiso, lealtad, ilusión y pasión que tienen con los proyectos es algo diferencial respecto a otras culturas”.
Arancha Manzanares: “Nuestras universidades son muy duras, la gente sale muy preparada, y las multinacionales se pelean por contratar a nuestros ingenieros. Las empresas andaluzas compiten con las mayores ingenierías del mundo y les ganan por goleada con puntuaciones técnicas espectaculares”.
Con sus mensajes y sus ejemplos queda patente que Andalucía necesita muchos Consentino, Ayesa y Sacyr.