La medicina es una profesión que en su ejercicio es multidisciplinar, es decir, precisa de la colaboración y cooperación entre distintos profesionales de diferentes especialidades, o dentro de la misma especialidad, porque sea atendido por más de un sanitario. Es por tanto fundamental que exista buena sintonía entre ellos.
Hace poco me enseñaba mi padre, como pediatra, cartas de colegas en las que no sólo se escribían sobre la enfermedad del paciente, sino que también se alababan las virtudes del destinatario y se intercambiaban cariñosos recuerdos y saludos o se recordaban gratas anécdotas.
Es quizás que ese momento de lectura de esas cartas recordó en mí un sentimiento de felicidad que me acompaña desde hace tiempo. Mi paso por el centro de salud de Barbate fue en algunos aspectos bastante grato. No podría nombrar la gran cantidad de compañeros/as y los grandes momentos vividos porque son muchos y alguno/a quedaría injustamente olvidado, pero con el permiso de todos ellos, quiero recordar el grupo que formamos de refuerzo de urgencias de la casa del mar, porque estaba compuesto por médicos barbateños de una calidad humana y profesional de muchísimos quilates.
La progresión profesional, como no podría ser de otro modo y el maltrato de las condiciones laborales, desintegró ese cuarteto que formábamos: Diego Benitez Pareja, Juan Francisco Domínguez Bermúdez, Francisco Luis Gil Muñoz y un servidor. Fue tan gratificante estar con tan grandes personas, que cualquier cambio de turno, cualquier petición de horas o la comunicación sobre historias médicas de pacientes, era muy fluida.
La relación no se limitaba solo a lo laboral, sino que también quedamos para jugar partidos de fútbol o pádel y disfrutar de barbacoas con nuestras familias en la casa de campo de mi inigualable enfermero Pérez Varo (Perete). Allí nos juntábamos médicos, enfermeros, celadores, conductores, una gran familia que se ayudaba y se apreciaba en lo laboral y fuera de ese ámbito. Me alegra más todavía haber comprobado como ahora tras el paso de más de 20 años de aquello y en el desempeño de sus actividades en una especialidad, siguen guardando los valores humanos que hacen que su medicina no esté solo llena de sapiencia sino también acompañada de empatía, generosidad, dedicación, y lo más importante vocación.
Por eso siempre recordaré con especial cariño aquel grupo que antes se denominaba por un anuncio televisivo JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados).
A los datos me remito, el Dr Benítez hoy en día es anestesista y regenta la clínica Synalgia con excelentes resultados en el tratamiento del dolor, el Dr Domínguez es traumatólogo y trabaja realizando cirugías incluso a famosos en distintas clínicas de la provincia, el Dr Gil es neumólogo en el Hospital Universitario de Puerto Real, colaborador y autor de artículos en revistas científicas y manuales de neumología.
Barbate tuvo la enorme suerte de tenerlos a los tres como médicos de urgencias y presumir además de ser barbateños. Lástima que por aquellos contratos de pocos días, de refuerzos con horarios leoninos y malas condiciones de libranza, no se mantuviera a profesionales de tanta valía en un puesto tan necesitado y tan sacrificado como el de urgencias. Viene a mi memoria la frase que mejor los puede definir en valores médicos: “El médico tendría que ser primero enfermo para entender por lo que pasa en ocasiones el paciente”.
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