Lo que los alemanes pueden hacer después de las últimas elecciones celebradas es lo que pudo hacerse en el Congreso de los Diputados en Madrid cuando tuvieron mayoría entre PSOE, Unidas Podemos y Ciudadanos para formar un gobierno con mayoría suficiente de cambio. Primero ocurrió en 2016. Más tarde, en abril de 2019, fue aun más claro porque la participación fue muy alta -el 71,76% de los electores- donde el PSOE obtuvo 123 diputados y Ciudadanos 57 y no fue posible el gobierno de centro-izquierda que ahora se va a ver -con la mayor probabilidad- en Alemania. Con 180 diputados, más con Podemos, era posible un programa rupturista de regeneración política y de reformas sociales y económicas. Esa posibilidad se abrió ya en las elecciones de 2016. Los bloques que padecemos en España no han podido ser más nefastos, causando el incremento de la crispación, que se está trasladando a la ciudadanía, y el bloqueo anticonstitucional e irritante de las instituciones. Hemos conocido hasta las dobles repeticiones electorales. Ni Pablo Iglesias ni Albert Rivera estuvieron a la altura de los desafíos de fuerzas nuevas, como las suyas, que venían a corregir el bipartidismo. Ambos líderes políticos - con los vetos entre ellos- hubieron de abandonar la política por los errores propios, por la bisoñez y la ambición desmedida, a partes iguales. Nada está escrito pero parece, según todos los analistas, que la coalición “semáforo” (rojo de los socialdemócratas, verde de los ecologistas y amarillo de los liberales) es la de mayores posibilidades de consolidarse en un próximo gobierno federal alemán.
Olaf Scholz es el nuevo nombre que habrá que pronunciar no se sabe cómo. Es el líder del Partido Socialdemócrata Alemán. Cuando hace poco se decía que la socialdemocracia estaba muerta se cometía un gran error. Las sucesivas elecciones en los países nórdicos están consolidando a los viejos partidos nacidos de la II Internacional, como es el propio PSOE. También en Portugal. La política es cambiante y las soluciones verdes y sociales ganan enteros. La siguiente candidata llamada a probar suerte con ese paradigma es la alcaldesa de París, Ana Hidalgo. Es una apuesta valiente por su parte, pero ella, con un programa ecologista y socialista, ha logrado dos veces la alcaldía más importante de Francia. Ahora el desafío presidencial de la República Francesa es su siguiente reto.
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