El director de cine Alberto Rodríguez ha abierto este lunes a la prensa el rodaje en Sevilla de su película Modelo 77, un "empeño personal" en contar la historia de la Coordinadora de Presos en Lucha (COPEL), creada en la Transición y que llegó a "poner en jaque" al Estado desde las cárceles.
Tras rodar una escena en la que uno de los protagonistas, Javier Gutiérrez, excava el túnel por el que se logrará la mayor evasión española de presos, Rodríguez narra a los periodistas las peripecias de COPEL, cuya actividad llegó a propiciar la quema de diez prisiones en un mismo día.
"Los presos autoproclamados sociales decidieron organizarse después de que amnistiaran a los presos políticos porque consideraban que eran parte de los damnificados por lo que habían sido los 40 años de Dictadura", apunta el director de cine.
La película se basa en un hecho real: la gran evasión de 45 presos de la cárcel Modelo de Barcelona en 1978, considerada la mayor fuga del país. En ese año hubo "una barbaridad de fugas" y se produjo una "época muy convulsa" en el país, recuerda el director.
Para la fuga de la Modelo se construyó un túnel que desembocó en las alcantarillas de la ciudad catalana, parte del cual han reconstruido en una fábrica de artillería sin uso de Sevilla.
Al director le sedujo ese movimiento solidario desde que lo conoció hace quince años y se propuso hacer una película en la que contarlo, un "empeño personal" para el que volvió a escribir un guion con Rafa Cobos, que han retocado en más de veinte ocasiones, asegura.
La película, que está previsto terminar de rodar el 1 de octubre después de tres semanas de rodaje en la Modelo y en Sevilla, tiene como base que "la falta de libertad genera movimientos muy grandes", añade Cobos, quien rechaza que se trate de una cinta política aunque aborda la época desde la muerte de Franco a la primera Constitución.
En Modelo 77, producida por Atípica Films y Movistar+, se narra una "época compleja", cuando los presos podían sentir desde sus celdas las "ansias de libertad" y las manifestaciones por la libertad sexual, una cuestión por la que había numerosos reclusos en el "módulo de invertidos", precisa el director.
"No hay intención de hacer una película panfletaria, narra la lucha porque se haga justicia", abunda Cobos, que ha colaborado con Rodríguez en "Grupo 7" (2012), "La isla mínima", "El hombre de las mil caras" (2016) y en la serie "La peste", entre otras.
De los dos protagonistas de la película, Javier Gutiérrez es un preso histórico "taleguero" con delitos de sangre, y Miguel Herrán ("La Casa de Papel") un joven que debe cumplir una condena "desproporcionada" de entre 10 y 20 años por un delito contable.
"Es la historia de dos personajes que se conocen en las condiciones más duras a las que pueden someterse un ser humano: la privación de la libertad. Cuando te dicen que tu vida no te pertenece, que tus decisiones son nuestras, que tu tiempo es nuestro y nosotros tenemos todo el derecho administrártelo como nos dé la gana", señala el director.
Los dos presos "vienen de mundos distintos y encuentran un objetivo común. Para mí ésa es la película", concluye Rodríguez.
Gutiérrez, en su segunda colaboración con el director sevillano tras "La isla mínima" (2014), por la que ganó su primer Goya al mejor actor, entre otros premios, sale del set de grabación cuando cortan una de las tomas para mirar el resultado y tiene que echarse colirio en los ojos por el polvo que hay en la estancia de rodaje.
El actor asegura que el director, al que define como "uno de los grandes cineastas", le saca de su zona de confort y le hace "huir" de cualquier artificio para hacer una película que "puede levantar ampollas", vaticina.
Su compañero de celda y de reparto, por su parte, resalta que en esta primera película con el director y su equipo, "una joya" por el "cariño y respeto" que hay entre ellos, por primera vez le encanta su trabajo y el nivel interpretativo que logra, lo que atribuye a la insistencia de Rodríguez en que fuera escueto en su actuación.
Miguel Herrán se congratula de que fuera escogido tras un "casting" y la prueba "cojonuda" que hizo, según le dijo el director, y no porque sea una "valla publicitaria" tras actuar en La Casa de Papel.
FÁBRICA ABANDONADA
Para recrear la celda de los protagonistas se ha usado una antigua fábrica de artillería en desuso, aunque se han aumentado las dimensiones para que cupiera una cámara y se han usado detalles como una lata de tomate Martinete a modo de flexo o una manta que permite cierta intimidad al preso más antiguo y libros bien colocados.
Además de las celdas, se ha reconstruido un sótano de la cárcel en la que se hace un túnel, y en ese espacio hay objetos abandonados, como varias fotos de Franco cuando era joven, indica el director de arte de la película, Pepe Domínguez.
En la vieja fábrica abandonada hay espacio para las cientos de prendas que se usan en el rodaje para los setenta actores, que han requerido "más de 700 looks", apunta Francisco García, responsable de vestuario mostrando su particular "Corte Inglés", compuesto por diez percheros dobles de unos tres metros de largo llenos de prendas.
Muchas de ellas son alquiladas y otras confeccionadas expresamente, y se usa un abrigo "tipo nazi" que no se había empleado nunca así como los uniformes de treinta antidisturbios, un número tampoco empleado antes, según García, que se ha esmerado en lograr que todo sea "suave y natural", como define al estilo del director.
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