Con el fuego a escasos kilómetros de sus casas y obligados a marcharse de sus pueblos, sobre los que desde hace días pende la amenaza de intensas nubes de humo y cenizas, hoy no es un domingo cualquiera para los vecinos de los municipios malagueños de Sierra Bermeja que, mientras ésta arde, salen de sus casas y lloran.
Tras varios días de confinamientos intermitentes en Jubrique y Genalguacil, la dirección del Plan Infoca decidía este domingo a primera hora de la mañana que lo mejor para la salud de sus moradores era que saliesen de allí.
Al llegar el medio día, esta medida se hacía extensiva también a los vecinos de Pujerre y Faraján, a quienes las autoridades advertían de la necesidad de marcharse ante un anunciado cambio en la dirección del viento que les iba a resultar “bastante perjudicial”.
La noticia no cogía por sorpresa a las localidades de Ronda y Algatocín, donde se sigue muy de cerca la evolución del incendio y donde se han habilitado instalaciones para acoger a los desalojados.
A DISGUSTO, CON LO PUESTO Y SIN FECHA DE VUELTA
La mayoría ha salido de sus hogares a disgusto, con apenas lo puesto y lágrimas en los ojos al ver el monte arder pero, sobre todo, sin tener muy claro cuánto va a durar esta escapada forzosa.
“Nos han dicho que quizás pasemos la noche aquí”, comentaba con cierta sorpresa y algo de incredulidad Ana Mateo, una de las primeras en llegar a uno de los centros que ha habilitado el ayuntamiento de Ronda en el polideportivo San Francisco, a su vecino de toda la vida en Genalguacil, Francisco López.
“Si por mi fuera -continua Ana- al que ha hecho esto lo metía en la cárcel y no lo sacaba nunca”; y no es la única que piensa así, la también vecina de Genalguacil Fina Rubio mostraba su disgusto por lo sucedido mientras ojeaba -con rostro compungido- fotos de cabras y ciervos heridos o muertos por culpa del incendio.
ESTO ES UNA PENA
“Esto es una pena”, explicaba Fina, que había llegado a Ronda acompañada por sus vecinos Salvador Ruiz, de 92 años, y Rosario Velázquez, de 89, y la hija de ambos, Charo.
Salvador y Rosario, que ya peinan algunas canas, no se querían marchar de casa como tampoco lo hicieron durante el incendio que tuvo lugar hace ya 25 años -recuerda Rosario- y que llegó “hasta las puertas del pueblo”.
La familia Castillo Andrade, de Faraján, también ha optado por venir a Ronda; y mientras tomaban un pequeño refrigerio José, junto a su mujer, su hija y sus cuñados comentaban con preocupación lo sucedido
RONDA, TODOS A UNA
La alcaldesa de Ronda, Mari Paz Fernández, ha querido colaborar con los desalojados, muchos de los cuales tienen familia y amigos en la ciudad y con guantes y mascarilla, se ha puesto a servir comidas y a acomodar a quienes iban llegando.
Junto a ella, voluntarios de la hermandad del Santo Entierro del barrio de San Francisco como Rebeca Muñoz, que se ha presentado en el pabellón en cuanto le han comentado lo que sucedía y quien al hablar del incendio asegura que “no hay derecho”.
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