Los pronósticos que convertirían a Arcos este fin de semana en el centro de las miradas cofrades de Andalucía se cumplieron ante un hecho, aún novedoso en la comunidad y en el país, como es la salida procesional extraordinaria de una imagen religiosa. En este caso la de Nuestra Señora de la Soledad por las calles de Arcos de la Frontera. Numerosas personas llegadas sobre todo de diversos rincones de la provincia no quisieron perderse este momento ansiado por cofrades y curiosos, que ciertamente no veían una procesión religiosa “en toda regla” desde que llegó la pandemia para arrasar con las aspiraciones de las hermandades. En Arcos estaba más que justificado, no sólo por el 450 aniversario fundacional de la cofradía que motivó su salida, sino por los permisos previos que la Iglesia concedió al desfile.
A las siete de la tarde el templo de San Pedro Apóstol se abrió de par en par para que el numeroso público fuera testigo de la presencia de la engalanada Virgen, que salió bajo palio y acompañada por la banda de música Maestro Dueñas de El Puerto de Santa María. Poco antes, la oración dirigida en el interior del templo por el párroco Juan Antonio Vital iniciaría el camino con rogativas a Dios para que todo saliera bien.
La sobrecogedora estampa de la dolorosa mostró todo su esplendor, vestida con sus mejores galas. El palio fue portado por una cuadrilla de costaleros de la hermandad que fueron alternando esfuerzos a medida que el duro recorrido lo fue exigiendo, pues la procesión discurrió por las empinadas calles del casco antiguo y Corredera hasta llegar al barrio de San Francisco, ampliando así incluso el itinerario tradicional de Semana Santa. Tales han sido las medidas sanitarias en torno a la procesión que, cabe recordar, durante el periodo de ensayos los costaleros se sometían a una prueba de antígenos para evitar contagios bajo el paso.
La hermandad se hizo acompañar de una representación de las cofradías arcenses que desfilaron por orden de antiguedad. Para la ocasión, la corporación dirigida por el hermano mayor Francisco Valle estrenó la cruz de guía que abriría el cortejo, dos faroles y el estandarte de la Virgen de la Soledad que actuaría como separador de los distintos tramos de la hermandades. Los hermanos, de luz, y las hermanas, de mantilla, dando así a la procesión toda la solemnidad posible. El cuerpo de acólitos y la buena banda portuense cerraron la larga comitiva que contó además con una representación del equipo de Gobierno del Ayuntamiento.
La procesión se clausuró pasadas las doce de la noche, dejando para la historia cofrade de Arcos una estampa inolvidable.
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