La noche comenzó con recuerdo a Silvio y una fase instrumental donde dejaron claro que con solo dos guitarras, y mucho oficio de escenario, se puede hacer cosas realmente increíbles. Raúl Fernandez, fiel escudero y compañero del alma de Andrés Herrera, Pájaro, mostró sus credenciales y dejó patente que aunque tiene al lado a una autentica fiera de las 6 cuerdas, su calidad le hace destacar en muchos momentos de la actuación.
Empezaron a sonar acordes oscuros de guitarra y los sones de El Pudridero, canción presente en Al Este del Edén, disco de Silvio y Luzbel, editado en 1980, que Pájaro versionó magistralmente para su segundo trabajo de estudio en solitario, He matado al ángel.
De ahí a un Lagrimas de plata, muy emotivo, perteneciente a Gran Poder, tercer álbum de Pájaro.
Antes de la primera pausa, momentos de guitarra de altos vuelos con un homenaje a Manuel de Falla y su inmortal Danza del Fuego, donde Andrés y Raúl brillan especialmente y un Miserlou que pondría las orejas tiesas al mismísimo Tarantino, como ya aseguró el tristemente desaparecido Oriol Llopis, gurú de los críticos musicales de este país, que también sucumbió a los hechizos musicales de Herrera y los suyos.
Mientras el público, que tuvo un comportamiento ejemplar durante toda la velada, se relajaba y aguardaba en sus asientos, tuve la oportunidad de conversar brevemente con los dos músicos, que aseguraron que el segundo pase comenzaría con recuerdos al gran rockero sevillano Silvio, y así fue.
De nuevo en el escenario el dúo prosiguió haciendo sonar sus guitarras, ambas obra del luthier, y padre de Raúl, Javier Fernández. Sonaron canciones emblemáticas como Tri tri tristeza, tema perteneciente al disco de Barra Libre, otra de las formaciones de Silvio, Swing María, Sureños, Rezaré, esa canción con aires cofrades, que nombra a todas las vírgenes sevillanas y un muy sentido Tres pasos hacia el cielo. Entre ellas se coló otra pincelada “semanasantera”, la marcha sacramental Campanilleros, que en estas dos guitarras suena a ángeles celestiales.
Y vuelta al repertorio de Pájaro con canciones de sus discos en solitario. Guarda Che luna y Viene con mei, de He Matado al Ángel. Perche, de su primer disco, Santa Leone y a A galopar, de Gran Poder, con el que intentaron terminar el concierto. Algo que no ocurrió, pues de la insistencia del público, que reclamaba más regalos musicales, surgieron dos bises.
Uno, Juan Charrasqueado, canción que popularizara la banda Pata Negra, de los hermanos Amador, en su disco Guitarras Callejeras, que derivó en un corrido mejicano realmente espectacular y, parar finalizar, esta vez sí, un nuevo guiño a Silvio con su inolvidable Rockin' tonight, versión del Good Rockin Tonight que lanzó Elvis Presley en 1954.
Otra noche memorable de música, con mayúsculas, gracias a Chiringuito Chambala y la magia de Pájaro.
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