Provincia de Cádiz

Los jóvenes ante la crisis por el Covid: “Siempre pagamos los platos rotos”

Temen que como en 2008 se recorten políticas específicas y reclaman medidas para el empleo y el emprendimiento que faciliten la emancipación

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  • Una pareja joven se abraza en Cádiz. -

Los votos de PP-A, Ciudadanos y Vox han tumbado este jueves, en el Pleno del Parlamento de Andalucía, la propuesta del PSOE para crear un grupo de trabajo para “analizar la situación de la juventud andaluza y aprobar un plan para la mejora de sus condiciones sociales y laborales”. La iniciativa partía de un documento elaborado por Juventudes Socialistas que advierte del “retorno al hogar familiar de personas que estaban estudiando o trabajando y compartían piso con otras”, las dificultades de acceder a prácticas curriculares o la reducción de las opciones de ocio, acceso a la cultura, al deporte o al aprendizaje de idiomas por el Covid.

El documento remarca que “a esta emergencia sanitaria, económica y social, la juventud andaluza, víctima de dos crisis internacionales sin precedentes sobre las que no tienen responsabilidad alguna, pero es la principal pagadora, ha llegado desfondada, asfixiada por la precariedad y sin opciones algunas de emancipación”.

Raúl Perales, director del Instituto Andaluz de la Juventud entre 2009 y 2015, lamenta que no haya habido acuerdo. “Siempre es importante alcanzar consensos con medidas concretas que tengan un traslado inmediato para dar solución a los problemas concretos de los jóvenes” pero, sobre todo, considera de vital importancia que no se lleven a cabo recortes en políticas concretas para el colectivo. “Los jóvenes siempre acaban pagando los platos rotos”, advierte.

En este sentido, recuerda que, tras el estallido de la burbuja financiera en 2008, cuando se sintieron las consecuencias unos años después, se suprimieron de un plumazo la renta básica de emancipación o el plan Prepara, con 400 euros mensuales durante seis meses  para los trabajadores en desempleo que agotaron todas las prestaciones y subsidios, al mismo tiempo que se facilitaba la capacitación para intentar que pudieran regresar al mercado laboral. Hasta 2014, recuerda, no se volvieron a poner en marcha iniciativas de la mano del Gobierno de Susana Díaz, “que fue especialmente sensible”, con un plan extraordinario de empleo, dotado con 200 millones de euros, o incentivos para el empleo.

“El objetivo es la emancipación y para eso hay que facilitar el acceso al trabajo”, apunta, por su parte, Curro Martínez, expresidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) de Cádiz y actual teniente de alcalde en el Ayuntamiento de El Puerto. “El mejor ejemplo del apoyo de las administraciones públicas son convocatorias de ayudas como la publicada esta semana por el Gobierno de la Junta”, con 100.000 euros para cada provincia andaluza y 6.000 euros por beneficiario que quiera poner en marcha proyectos empresariales.

“Es necesario poner alfombra roja a quien quiera emprender”, añade, simplificando trámites burocráticas y con la involucración del sector privado. “No se le puede negar una hipoteca a un empresario porque haya riesgo, mientras se le da a su empleado”, pone de ejemplo.

Tanto uno como otro también confían en la capacidad de recuperación porque esta crisis es diferente a la sufrida en 2008. Perales, actualmente coach y consultor en www.progressio.es, recuerda que “pasamos del 8% de paro al 40%” por el desplome del sector del ladrillo, fundamentalmente. Pero justo antes de la irrupción del coronavirus parecía que Andalucía caminaba por el camino adecuado, con un importante papel en la exportación, el emprendimiento y la innovación.

Ahora, ve una oportunidad para evitar caer en los mismos errores. “No se puede estigmatizar a la juventud” como se hizo entonces argumentando falta formación o porque “vivieron por encima de sus posibilidades. Por otro lado, no se puede aprovechar la coyuntura para “precarizar las condiciones laborales para hacerlos más contratables”. Y, finalmente, plantea abordar un debate serio y profundo sobre el cambio de modelo productivo. “Un joven andaluz universitario encuentra trabajo fuera, ahí es donde fallamos”, concluye.

“Es frustrante no seguir los estudios pero no puedes estar lamentándote”

Santi, sevillano de 24 años, empleado en el sector inmobiliario, ha salvado su puesto de trabajo pese a que la crisis sanitaria se ha cebado con los jóvenes. De acuerdo a los últimos datos de la Encuesta de la Población Activa, el paro juvenil se ha situado en el 42,1% en Andalucía, muy por encima de la media nacional, y el 53% de los despidos se ha producido entre menores de los 35 años.

“Con 18 o 19 años no soñaba con esta ocupación”, admite en conversación telefónica mientras se desplaza en autobús a la oficina, pero “la vida te lleva a ello”, se justifica. Matriculado en el grado de Historia del Arte, abandonó los estudios dos años después. “El primer año fue malísimo”, recuerda. Con los suspensos cosechados en ese primer curso, tuvo serias dificultades para pagar la matrícula del segundo curso, para lo que destinó la parte variable de la beca recibida, que finalmente tuvo que devolver.

Precisamente al respecto, el plan de rescate planteado por el PSOE apuesta por incrementar las cuantías y rebajar aún más el criterio académico para acceder a las beca Adriano, con el objetivo de evitar el abandono. En el caso de Santi, dados los problemas económicos que sufría la familia, no pudo ser y dejó definitivamente la universidad.

“Estuve trabajando en bares del barrio con muchas horas con y sin contrato hasta que me ofrecieron incorporarme a la inmobiliaria”, relata. Ahora confía en ganar experiencia durante los dos próximos años y ahorrar para poder emanciparse. “No quiero vivir con mis padres hasta los 30”, afirma. Valora la opción de estudiar unas oposiciones, pero rechaza de plano la opción de volver a matricularse en estudios superiores. “Es frustrante ver gente con situación económica mejor o que se le da mejor los estudios continuar, pero no puedes quedarte en casa lamentándote; aunque no sea plato de buen gusto, hay que seguir adelante”, agrega.

“Hay que ser valiente, nunca es el momento perfecto para formar una familia”

La población andaluza registra la tasa de emancipación residencial más baja de España desde el segundo trimestre de 2020. De acuerdo a los datos ofrecidos por Juventudes Socialistas en el plan de rescate propuesto, solo el 14% de los menores de 30 años ha abandonado el hogar familiar en Andalucía. E

l precio para hacerlo es muy difícil de asumir: los jóvenes asalariados deberían cobrar el doble de lo que perciben en la actualidad para poder comprar una vivienda. El alquiler también es prohibitivo: la media mensual del precio del alquiler se hallaba en enero de 2021, según el informe del PSOE, en 898 euros, con una subida interanual del 5,6%, convirtiendo Andalucía en la segunda región en la que se produjo un mayor incremento y la sexta comunidad con una mensualidad más cara, de manera que los inquilinos deben destinar el 78,3% de su nómina a pagar a los arrendadores.

Claudia Sanz, jerezana de 25 años, optó por tomar un hatajo para alcanzar la autonomía, aun teniendo que sacrificar la cercanía con su familia y comenzar prácticamente de cero. El último año de sus estudios de Traducción e Intepretación, viajó hasta Alemania con una beca. “Se me abrió el mundo, me di cuenta de que aquí había trabajo a punta pala”, explica.

Se colocó y terminó los estudios a distancia. No le resultó difícil convencer al que entonces era su novio, ahora marido, para sumarse a la aventura y éste, pese a no dominar la lengua, la aprendió mientras se empleaba en bares y tiendas hasta que encontró ocupación en el mercado inmobiliario. “Encontramos estabilidad en un tiempo récord”, admite Claudia, quien es consciente de que contar con ingresos regulares y suficientes para tener un piso alquilado y plantearse proyectos vitales de enjundia le habría costado el doble o el triple de años del los que invirtió en Bonn, donde residen. De hecho, no tardaron en casarse y en tener una hija. “Lo teníamos claro”, apunta. “Fuimos un poco valientes porque nunca va a ser el momento perfecto para formar una familia”, pero ayudó la situación laboral en la que se encontraban y se decidieron finalmente porque el respaldo institucional a la maternidad es muy potente.

“Por cada niño, el Gobierno alemán te ofrece una subvención de 220 euros mensuales hasta los 18 años”, explica. Además, disfruta de hasta dos años de permiso retribuido para facilitar la crianza de su bebé. La conciliación es clave. “Mi marido trabaja desde las nueve de la mañana a las cuatro de la tarde”, con lo que puede disfrutar de tiempo libre (este jueves, lo dedicó a echar una mano a unos vecinos que habían sufrido daños por las riadas registradas estos días por el temporal). “Y no se mata a trabajar por 900 euros -subraya-; tiene unas condiciones dignas”. Cada tres meses, además, vuelven a Jerez. “Nuestras familias mostraron reservas al principio, pero están muy contentos”, afirma. Y bromea: “Mucha gente me pregunta cuando me ve en La Plata -el barrio donde nació y creció- si tuve el bebé de manera inesperada, me ven como un perro verde”.

“Solo el 8% del sector agrario tiene menos de 40 años hoy en día”

El relevo generacional en el ámbito rural y pesquero es un problema serio en España y, concretamente, en Andalucía. “Solo el 8% de las personas que se dedican al sector agrario son menores de los 40 años”, asegura Antonio Jesús Flores, onubense de 36, que “echó los dientes” en el campo. El plan de rescate de la juventud propuesto por Juventudes Socialistas contempla una batería de medidas para el colectivo, pero no resulta sencillo mejorar las condiciones o fomentar el trabajo.

“Es difícil acceder a esta actividad -señala Flores- porque no hay tierras”. La acaparan los fondos de inversión, explica, y “los ganaderos y los agricultores compiten por ellas porque antes, en los ochenta, vivías con cinco hectáreas de regadío, ahora, para que el empleo resulte rentrable necesitas 15 hectáreas”. La clave está en que los costes de producción se encarecen, pero los precios se mantienen inamovibles. “Los terneros los cargabas hace treinta años a 550 pesetas, algo más de tres euros al cambio, y esta semana los he vendido a 2,80 euros el kilo”, lamenta. “Con el Covid se ha disparado la especulación”, y advierte de que hay sectores, como el lácteo, que está vendiendo a pérdidas. “No queremos ayudas, sino precios dignos”, reivindica.

Por otra parte, prosigue, más de un tercio del terreno disponible está en manos de mayores de 65 años, teóricamente jubilados pero que conservan su parcela por diversos motivos. Entre ellos, consiguen un complemento a su renta con el pago básico de la PAC; tampoco se desprenden por una cuestión de apego. Desde COAG, donde Flores desempeña responsabilidades en la federación joven, se impulsan iniciativas para favorecer el alquiler.

Por otro lado, falta mano de obra, aunque el 60% de la población viva en un entorno rural. “Es un trabajo duro y ojalá se pudiera pagar mejor...”, señala como causas para no encontrar jornaleros.

Pese a todo Flores disfruta con la faena. Con sus estudios en Ingeniería Técnica Agrícola como único paréntesis, volvió al campo “porque lo estaba deseando”. “Mi mujer, que trabaja en la recepción de un hotel rural, lo lleva regular porque es muy sacrificado”, reconoce. Sus dos hijos, sin embargo, están encantados y le acompañan en muchas ocasiones para cumplir con sus labores. Los amigos también saben que el ganado manda. “Hay que estar pendiente los 365 días del año... A veces quedamos para comer a las dos y nunca llego a esa hora”, sonríe. Pero ser pieza fundamental en la cadena de producción de alimentos y el contacto directo con la naturaleza no tiene precio.

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