El mejor consuelo que se podía tener el profesorado de la Escuela San José en el año más aciago de sus vidas profesionales. Una pancarta a la entrada de la plaza, mirando al centro, en la que el alumnado les agradece todo su esfuerzo por sus desvelos, sus sacrificios y ese trozo de cada uno de los docentes que se queda para siempre en el estudiante.
Han sido meses duros y todavía lo serán hasta que en septiembre digan definitivamente adiós a la Escuela San José, donde muchos han desarrollado prácticamente toda su carrera. Muchos años de actividades de todo tipo para completar la enseñanza reglada, que es algo que muchos no tienen en cuenta y que supone quitar tiempo de su tiempo a los docentes.
Han intentado hasta el último momento que el centro se quedara abierto pero no ha sido posible, ni por las condiciones económicas ni por las decisiones tomadas a pesar de ellos que han hecho inviable la continuación.
El último día de clase será recordado como el de la pancarta. Los últimos miles de días que quedan atrás como el de una carrera que comenzaba cada día al enfrentar a los alumnos que ahora les agradecen tantos desvelos.
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