Notas de un lector

Naturaleza entre versos.

La aparición de “Dicen que no hablan las plantas” es ejemplo de esa inquebrantable voluntad lírica de ser parte activa que contribuya a crear conciencia

Publicado: 08/06/2021 ·
14:03
· Actualizado: 08/06/2021 · 14:03
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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Desde 1974, se celebra cada 5 de junio el Día Mundial del Medio Ambiente. A través de él, la ONU pretende sensibilizar a la población mundial sobre su papel fundamental en la conservación de nuestros recursos naturales. Motivar y hacer partícipes al mayor número de personas en temas ambientales ayudará, sin duda, a intensificar el cuidado y amor por este planeta único que es el nuestro.

    El ámbito de la letras lleva tiempo apoyando estas iniciativas a través de ediciones de muy variados libros, en los cuales se reivindica la exigencia de ser cómplices en la defensa y protección de nuestra Tierra. Y, en concreto, la poesía, sigue sirviendo como género vehicular para alcanzar tales objetivos. Publicaciones como “Los círculos del aire. Antología de la poesía española del paisaje y la naturaleza” (2008), “Fugitivo y eterno. Poemas a los ríos del mundo” (2018), “Neorrurales. Antología de poetas de campo” (2018) o “Antología poética del paisaje de España” (2019), son un breve abanico que corrobora lo anteriormente expuesto.

   La aparición de “Dicen que no hablan las plantas” (Anaya. Madrid, 2021), es un nuevo ejemplo de esa inquebrantable voluntad lírica de ser parte viva y activa que contribuya a crear conciencia. Cabe recordar que ya, en 1947, José Antonio Muñoz Rojas advertía en su hermoso volumen “Las cosas del campo” de que sólo volviendo hasta el descansado silencio que otorga la Naturaleza “encontrarán los hombres lo mejor de ellos mismos. Yo me estremezco andando estas realengas, cruzando estas lindes, asomándome a estas herrizas. Me siento extrañamente eterno (…) ¡Oh, reino que bien puede compararse a la libertad!”.

    Esta entrega que me ocupa, seleccionada con mimo y sabiduría por Raquel Lanseros y Fernando Marías e ilustrada con esmero por Raquel Lagartos, recoge cincuenta y dos poemasescritos en diferentes siglos y territorios de ambos lados del océano Atlántico.

En el revelador prefacio que firman ambos compiladores anotan que“no hay orden cronológico ni encuadres académicos. Hay voces que hablan sobre la naturaleza y sobre los sentimientos universales de los seres humanos que viven en ella. Sorprende y emociona cómo todas estas voces, surgidas desde distintos tiempos y lugares, trazan, sin proponérselo, un encendido alegato en defensa de la vida y la salud de este planeta que con perpetua osadía llamamos nuestro”.

DelmiraAgustini, Pedro Antonio de Alarcón, Gustavo Adolfo Bécquer, Sor Juan Inés de la Cruz, Marga Gil Roësset, Gertrudis Gómez de Avellaneda, José Martí, Antonio Machado, Alfonsina Storni, Miguel De Unamuno, César Vallejo,…, son algunos de los nombres que acompañarán al lector en este bellísimo viaje por las cuatro estaciones del año y por la sobriedad de unos versos que dialogan con la universalidad que florece inexorablemente en derredor nuestro.

Queden, como botón demuestra, dos bellas estampas que retratan la noble intención de este hermoso volumen:Calderón de la Barca nos dice de las flores: “Estas que fueron pompa y alegría/ despertando al albor de la mañana,/ a la tarde serán lástima vana/ durmiendo en brazos de la noche fría”.

Y cerca de ese verano que ya principia en sus soles, canta Federico García Lorca en su “Agosto”: “Contraponientes/ de melocotón y azúcar;/ y el sol dentro de la tarde,/ como el hueso en una fruta./ La panocha guarda intacta/ su risa amarilla y dura./ Agosto./ Los niños comen/ pan moreno y rica luna”.

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