Al principio, hace nueve años, cuando decidió invertir sus ahorros en un chiringuito a pie de playa, Manu Martínez lo hacía por puro roneo. Sin experiencia alguna en el sector, pensaba que el dinero vendría caído del cielo y que todo sería pan comido. Pero nada más lejos.
Igual que nadie le regaló nada cuando era escayolista en Lebrija o cuando por casualidad entró en el mundo de la televisión, donde coincidió con un servidor, nadie iba a ponérselo fácil en su debut como hostelero. Ni el pescadero de Jerez que le coló un atún bañado en remolacha ni, ni algunos empleados que abusaron de su generosidad.
Ahora, no se sabe muy bien cómo, Manu compatibiliza a las mis maravillas sus éxito en Canal Sur con la gestión de un chiringuito de lujo con unas impresionantes vistas a la playa de las Tres Piedras, en Chipiona.
Con él nos hemos sentado A mesa y mantel en La Manuela, la niña de sus ojos. Allí nos ha confesado que siendo niño era el encargado de ir al kiosco a por los bocadillos de los albañiles, algunas de cuyas fórmulas nos ha descubierto, y que antes de llegar nosotros se había calzado uno de los guarrindongos.
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