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Luis Ciges, el centenario de un actor secundario de culto del cine español.

Su perfil enjuto y aparente seriedad contrastaban con su humor expansivo y delirante, a menudo basado en la improvisación.

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  • Luis Ciges en El Milagro de P. Tinto -

Hipocondríaco y nihilista, según se definió a sí mismo, Luis Ciges (1921-2002) fue uno de los actores secundarios más genuinos del cine español, con una faceta cómica, disparatada y a la vez trágica que lució especialmente en películas de Luis García Berlanga y José Luis Cuerda.

Casi 50 años de trayectoria y cerca de 200 películas desmienten su pose de actor perezoso. Fernando Trueba, Pedro Almodóvar, Iván Zulueta, Paul Naschy o Mario Camus también lo eligieron para sus películas. Su perfil enjuto y aparente seriedad contrastaban con su humor expansivo y delirante, a menudo basado en la improvisación.

José Luis García Sánchez decía de él que tenía la habilidad de convertir la amargura en risa.

Nacido el 10 de mayo de 1921 en Madrid, su biografía da una idea de los hechos que marcaron su personalidad. Sobrino del escritor Azorín e hijo del también escritor Manuel Ciges, que fue gobernador civil de Santander y de Ávila, Luis Ciges tenía 15 años cuando los militares sublevados fusilaron a su padre en agosto de 1936.

Tras una infancia feliz y acomodada, su vida pegó un giro radical. Su madre y su hermana ingresaron en un convento de clausura, y él y sus hermanos en uno de frailes donde, según contaba, les trataban fatal y pasaban hambre.

Para escapar se alistó con los requetés en la guerra, donde se dedicó fundamentalmente a hacer guardias. Años después se vio obligado a inscribirse en la División Azul, integrada teóricamente por voluntarios. "Me dijeron: o te vas o tu madre no come", contó en 1982 en una entrevista en profundidad en TVE con Pablo Lizcano.

Allí, en Rusia, fue donde conoció a Berlanga, quien años después le ofrecería uno de sus primeros papeles en "Plácido" (1961).

A su regreso a España Ciges comenzó a estudiar Medicina, carrera que no terminó pues se inscribió poco después en el Instituto de Cine, donde se tituló en dirección y tuvo a Berlanga como profesor y compañeros como Manuel Summers o Basilio Martín Patino.

Durante trece años trabajó como realizador en un centro territorial de TVE en Barcelona, pero su ideario de izquierdas le creó enemigos en el ente, sobre todo desde que, en 1970, manifestó públicamente su protesta contra el proceso de Burgos.

Así se desligó de la televisión y se centró en el cine y en concreto en la actuación. En los 70 filmó varias películas de terror con Paul Naschy, pero su popularidad aumentó en los años 80.

Entre sus trabajos más conocidos destaca el de padre de Teodoro (Antonio Resines), el ingeniero de Oklahoma que vuelve al pueblo en la mítica "Amanece que no es poco" (1989), y que tras haber matado a su esposa decide comprarle al hijo una moto con sidecar para viajar juntos.

Aún más políticamente incorrecto y escalofriante es su personaje en "Laberinto de pasiones" (1982), de Pedro Almodóvar, como padre del personaje de Marta Fernández Muro, a la que viola con frecuencia confundiéndola con su madre.

También fue el portero de la casa de José Sirgado (Eusebio Poncela) en "Arrebato" (1979), película de culto de Iván Zulueta, y ganó el Goya al mejor actor de reparto por su tercer largometraje con Cuerda -después de "Amanece que no es poco" y "El bosque animado"-, una comedia apocalíptica llamada "Así en el cielo como en la tierra" (1995).

Ciges era Matacanes, un hombre que muere y al llegar al cielo descubre que no es como esperaba. San Pedro (Francisco Rabal) le explica que Dios (Fernán Gómez), preocupado por la marcha del mundo, decidió mandar un segundo hijo a la Tierra, con las consiguientes protestas de Jesucristo (Jesús Bonilla).

Otro de sus trabajos con más proyección fue la trilogía Nacional de Berlanga en la que dio vida al fiel criado de los marqueses de Leguineche.

"Los directores me han colocado en el sitio que debo estar", decía Ciges, en alusión a su destino de eterno secundario. Luego añadía con su peculiar sorna que él nunca quiso ser primer actor: "si siete días de rodaje ya son intolerables, imagínese dos meses, no resistiría".

Sin embargo, aceptó hacer de protagonista en "El milagro de P. Tinto" (1998), a las órdenes de un entonces primerizo Javier Fesser, una comedia surrealista en la que interpretaba a un hombre obsesionado con un deseo frustrado de tener una familia y que, ante la llegada de dos marcianos en un ovni, decide adoptarlos.

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