La guerra abierta entre las direcciones nacional y regional para la renovación territorial del PP en Andalucía ha quedado relegada a un segundo plano tras el terremoto político desatado por la operación de Ciudadanos y el PSOE para desalojar del poder a los populares en, al menos, Murcia y Madrid.
Si el congreso provincial de Cádiz dependía primero de que se solucionara el embrollo de Málaga, donde Génova quiere hacer valer los estatutos para que se cumpla el régimen de incompatibilidades que impide que Patricia Navarro actúe como delegada del Gobierno autonómico y ejerza como secretaria general a la vez, ahora también depende de las elecciones anticipadas convocadas por Isabel Díaz Ayuso.
En este compás de espera, una de las pocas certezas que hay es que Ana Mestre, que tomó el liderazgo de los populares en Cádiz con el acuerdo de Juanma Moreno y Pablo Casado, puede resultar damnificada ahora por la crisis de confianza entre ambos por el conflicto desatado por la intervención de Javier Arenas en los procesos en Almería y Sevilla.
El problema es la ofensiva de la vieja guardia del PP andaluz y gaditano para no perder la cuota de poder que aún conserva. Madrid, de hecho, no avala actualmente ninguna otra candidatura a Mestre ni tampoco tiene preferencia alguna. El problema no es ella.
Al contrario. El exalcalde de Vejer y diputado nacional, José Ortiz, primero con un tuit, y después con una entrevista en 7TV la semana pasada, en el programa Siente Cádiz, de Ana Huguet, ha expresado su lealtad sin reservas a la actual presidenta del partido. Sostiene incluso que no hay plan B.
Ortiz, hombre de confianza de Pablo Casado y Teodoro García Egea, intercede de esta manera en favor de Mestre y desacredita cualquier teoría acerca de una pugna entre casadistas y sorayistas, aireada en algunos foros.
En Cádiz, quienes cuestionan a Mestre son exactamente los mismos que cerraron filas en torno a Antonio Saldaña tras su paso por comisaría por conducir bajo los efectos del alcohol, una corriente crítica, minoritaria, bien relacionada, originada con el relevo de Antonio Sanz y que no oculta desde entonces su rechazo a la actual dirección.
La presidencia de Mestre no comenzó con buen pie, ha estado salpicada de contratiempos y ha sido cuestionada internamente. Pero también es cierto que asumió el cargo tras una etapa muy difícil. El partido acababa de firmar unos desastrosos resultados electorales, Vox le superaba por la derecha, y el equipo se resistía a dar paso a una nueva generación de dirigentes capitaneados por Mestre, con el apoyo de Juanma Moreno y las bendiciones de Madrid.
La actual dirección provincial cierra filas igualmente con Mestre y la mayoría de las agrupaciones locales también, aunque ni el balance es positivo ni se dan por resueltos los problemas de debilidad territorial, falta de iniciativa y discursos. Ortiz, en cualquier caso, da una clave importante: nadie se ha postulado para disputarle la presidencia y la práctica totalidad de los dirigentes consultados dan por hecho que nadie dará el paso.
Ahora bien, la corriente crítica insiste en ofrecer al alcalde de El Puerto, Germán Beardo, como alternativa, e incluso se han barajado nombres como el del primer edil de Algeciras, José Ignacio Landaluce, que no ha generado ningún entusiasmo.
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