Que los hábitos de consumo están cambiando en los últimos años no es nada nuevo, que los nocivos se hayan intensificado más a raíz de la pandemia, tampoco debería sorprendernos ya. Que todo ello influya directamente en la relación existente entre los adolescentes y el uso que le dan a las redes sociales y acabe derivando en una adicción, eso sí es un problema. La solución o las vías para llegar a un entendimiento con los más jóvenes y evitar la sobredosis de pantallas, podemos encontrarla en ‘La generación ‘like’, el último libro del escritor y experto en comunicación, Javier López Menacho, autor también de otras reconocidas publicaciones como ‘Yo precario’ o ‘La farsa de las startups’. La última es toda una guía practica para padres y madres en la era multipantalla y también para entender conceptos que hasta a los millenials les cuesta comprender como el ‘grooming’.
Lo primero, ¿qué es la ‘generación like’?, ¿quiénes pertenecen a ella?.
–Es como denomino a toda aquella generación que ha nacido y vivido rodeada de pantallas, de multipantallas. Comprende, aproximadamente, a las personas entre diez y treinta años, y más concretamente a los adolescentes entre los diez y los quince años.
¿Por qué cree que atraen tanto las redes sociales a los jóvenes de esta generación?
–El hábito de consumo está cambiando, ahora las nuevas generaciones se sienten más atraídas por contenido audiovisual corto, de ahí que estén triunfando redes como Tik Tok o Instagram, o Whats App, que no hay que olvidar que también es una red social. Se enganchan, o nos enganchamos, a lo que sucede dentro no a los dispositivos en sí.
Entonces, ¿cómo habría que enseñar a los más jóvenes a hacer un uso adecuado de ellas?
– Hay que desarrollar una buena praxis con los adolescentes, dotarles de autosuficiencia y dándoles responsabilidades propias para que se autorregulen, todo ello a través del diálogo. Los adultos tienen que conocer esa realidad de los jóvenes, saber qué aplicaciones usan, para qué, o cuáles son sus anhelos o satisfacciones que encuentran dentro de las pantallas. Dedicar tiempo a esa acercamiento entre la generación que está a caballo del mundo tecnológico y analógico y de las que están llegando.
¿Podemos pensar que antes, cuando no existían las redes, éramos más felices?
–No soy partidario de esa demonización de ese paradigma. Es diferente, igual que fue diferente la generación de nuestros abuelos que jugaban a la peonza y la de nuestros padres que en su mayoría ya conocían lo que eran los videojuegos, ni mejor ni peor. Habrá quien haya sido más feliz y habrá quien no, pero insisto en que el uso de la tecnología no es mala per se. Personalmente, echo de menos un mundo menos tecnificado y menos conectado a una pantalla, son los tiempos que nos ha tocado vivir. Cada generación tiene sus propias problemáticas sociales. Actualmente, detrás de las adicciones tecnológicas y de multipantallas se esconde un modelo de sociedad que tiene problemas de conciliación, y de ahí deriva todo esto.
El hecho de utilizar los dispositivos como ‘canguros’ mientras los padres trabajan, claro.
–Pero es que además estamos en una batalla desigual, porque detrás de estas redes hay ingenieros de software que entienden y saben perfectamente cómo mantenerte enganchado, y al otro lado estamos nosotros, ajenos a esa industria. En este caso, los adultos debemos dar ejemplo, porque al final acabamos influenciando a los más jóvenes. Se me viene a la memoria el anuncio de una compañía telefónica en la que una madre riñe a su hijo porque estaba con el móvil en la cama, entonces cuando el niño deja el móvil y va a pedirle perdón al cuarto de su madre se encuentra con la misma imagen, ella también estaba en la cama tirada con el móvil. Así que si tú también pasas demasiadas horas al día con una pantalla por delante, no esperes a que tu hijo le dé por el deporte o por actividades fuera del marco tecnológico. Hay que predicar con el ejemplo y entonces podremos pedir contraprestaciones a las futuras generaciones.
¿Cree que los adolescentes se han vuelto más crueles a causa de las redes sociales? parece que ahora se ve más prácticas de acoso y bullyng
–Con el bullyng, por ejemplo, no deja de ser una práctica que ya existía también de forma offline, solo que ahora encuentra esta y otras el amparo tecnológico. Es el mismo sufrimiento de forma diferente, el acoso que se sufría en el colegio o en la calle ahora se traslada al ámbito digital, lo que se observa es que se procura al acosador más protección bajo el paraguas del anonimato.
¿Qué otros términos habría que tener en cuenta en esta era online?
–Nos encontramos con el ‘fraping’, que es el término empleado cuando se usurpa una identidad en las redes, se hace pasar por otra persona para desprestigiarla, o el ‘grooming’ que hace alusión al engaño cibernético que puede llevar a cabo un pederasta. Luego hay términos más conocidos como el ‘sexting’ o el ‘cyberbullyng’ que hemos hablado, iguales de peligrosos. Por eso necesitamos un marco tecnológico que sea sano y donde los actos criminales no se vean amparados bajo el anonimato.
¿Cómo saber si algún adolescente cercano está siendo víctima de uno de los anteriores términos?
–Hay señales que pueden ponernos en alerta como si pasan muchas horas en su habitación, hablan poco o si están más retraídos. Hay que actuar de forma pedagógica, sin culpabilizar, ni ofenderlos ni que se puedan sentir agredidos. Hay que tenderles una mano.
¿Cómo se puede llegar a un entendimiento con jóvenes de la ‘generación like’?
–Como comentaba, hay que darles responsabilidades. Me parece buena idea la cultura del acuerdo, lo que animaba, en mi año cuando aún estudiaba, a realizar un contrato con los adolescentes en cuanto al uso de las tecnologías. Era algo simbólico que luego en la práctica claro que no se llevaba, pero me parece interesante generar esa responsabilidad en los jóvenes y que vayan trabajando en el autocontrol y en una autonomía sana. Por eso, hay que darles la posibilidad de que establezcan sus propias normas, es decir, que a tal hora crean que deban dejar de usar pantallas y lo cumplan.
Por último, ¿ qué piensa de que la mayoría de esta generación quieran dedicarse a ser ‘influencers’?
–Muchos jóvenes se creen que hoy en día por coger un móvil y grabarte a diario, puedes llegar a ser ‘influencer’, pero la realidad es que el porcentaje que llega a ganarse la vida con ello es muy bajo. Tú te puedes dedicar a ser ‘influencer’, no hay problema, pero creo que es una llamada como la fiebre del oro, no un modo de vida, en la que pocos consiguen el oro.
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