La comunidad científica internacional ha hecho un esfuerzo enorme por desarrollar una vacuna contra el SARS COV-2 en poco tiempo. Cuando la gripe española comenzó en 1918, la vacuna no se desarrolló hasta principios de los años 50. Más de 30 años después. Ahora ha bastado poco más de un año para obtenerla. Todo ello ha sido gracias tanto a investigadores, como compañías tales como Pfizer, Moderna o Astra-Zeneca. Se decidió por parte de la Comisión Europea como inicio de la vacunación en Europa los días 27-28 y 29 de diciembre/2020. Su objetivo no es erradicar la enfermedad, pero sí que se reduzca la morbilidad, es decir, la cantidad de personas que enferman y la mortalidad protegiendo a los grupos más vulnerables.
Vamos a disponer, según Sanidad, de unos 140 millones de dosis de las distintas vacunas que irán llegando poco a poco. Por lo que se debe priorizar sobre quien comenzará a vacunarse. Primero residentes, personal sanitario y socio-sanitario en residencia de mayores, personal sanitario de primera línea, personas con discapacidad y hasta 15 grupos de población. Se extendería hasta el mes de marzo este periodo de vacunación, puesto que llegarían unos 2,5 millones de dosis. La segunda fase será entre marzo y junio y en ella se podrá vacunar a unos 20 millones de personas y en una tercera fase al resto de la población que no haya sido vacunada.
Las vacunas que ha comprado España son: 20 millones de Pfizer, 30 millones de Astra-Zeneca, 8 millones de Moderna, 20 millones de Jansen, 23 millones de CureVac y dosis de las farmacéuticas Sanofi y Novavax. Se va a hacer la vacunación de una forma muy similar a la de la gripe, con cita previa, un registro con tipo de vacuna, fecha y dosis y una tarjeta de vacunación con la fecha de la segunda dosis, si procede, por el tipo de vacuna administrada y qué hacer si notara una reacción adversa. Se hará así un registro de todas las personas vacunadas y el objetivo en agosto es alcanzar el 60-70 % de la población.
Las vacunas elaboradas han demostrado una seguridad y eficacia en torno al 95%, gracias al esfuerzo conjunto de la comunidad científica. Aunque lógicamente pueden existir efectos adversos, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios ha elaborado un plan de vigilancia para que sean notificados por profesionales sanitarios o por la ciudadanía
No existe una vacuna mejor o peor, sino que serán las autoridades sanitarias las que determinen cuál es mejor para cada grupo social. Las contraindicaciones de las vacunas son principalmente: en personas que toman anticoagulantes que tengan posibilidad de sangrado o hematomas ante una inyección intramuscular y en pacientes con alergia a alguno de los componentes de la vacuna. Los efectos a largo plazo no se conocen bien, no los ha habido en meses y eso es una buena noticia, pero en ese sentido todavía no se puede dar la misma seguridad que con la de la gripe. También se desconoce la duración de la inmunidad, hay algunas vacunas como las de la hepatitis B que duran mínimo 25 años, pero las de ARN de momento, suelen durar unos 3-4 meses que es el tiempo que llevan los grupos de ensayos vacunados.
La vacuna no va a desencadenar la enfermedad porque no contienen el virus vivo, pero no impide que el vacunado pueda volver a contagiarse o sea transmisor de la enfermedad hasta que no se desarrolle la inmunidad. Tendremos que seguir con las medidas porque estas vacunas no impiden la transmisión del virus al 100 %, porque no se sabe el tiempo exacto que dure la inmunidad y porque puede no provocar una respuesta inmune protectora en la persona.
Eso sí, estamos en el momento para ganar esta macabra batalla donde muchos héroes anónimos, familiares y amigos se quedaron en el camino.
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