Sevilla

Medio siglo de la barcaza que cruza la autopista del río Guadalquivir

La barcaza que une Coria del Río con Dos Hermanas en menos de tres minutos gana en usuarios que evitan con ella los atascos diarios en las carreteras

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  • Coria del Río. -

Más de medio siglo de vida contempla a una barcaza que no ha dejado de trabajar nunca para evitar atascos en el tráfico de Sevilla, una embarcación que comunica Coria del Río con Dos Hermanas en menos de tres minutos, que cada día gana en usuarios para hacer en tiempo récord un trayecto que puede ser de dos horas.

Con el paso de los años, esta barcaza, que en realidad son tres, se ha convertido en parte del paisaje del río desde antes de amanecer hasta que el sol se despide, ya que el reloj marca las seis y media de la mañana cuando, de noche cerrada aún, los primeros vehículos recurren a ella para salvar una manga de agua de unos 300 metros.

Cuando el negocio comenzó a funcionar, en 1970, Manuel Díaz tenía 6 años, y hoy es uno de los socios de la empresa junto a Mariano Cordero y Raúl Iglesias Chacón, y asegura que no ve peligrar su actividad a pesar de que “nunca he dejado de escuchar hablar de puentes, de túneles y de otras cosas, pero cada día hay más atascos, y cada día este servicio es más necesario”.

En esencia, los vehículos llegan a la orilla del Guadalquivir para embarcar, esperan que la barcaza esté llena, y tres minutos después están al otro lado del río, salvando más de 20 kilómetros de carretera y, en horas punta, largas colas atascados en lugares como el Puente del Centenario.

El milagro tiene el nombre fiscal de ‘Transportes Fluviales Coria’, que comenzó su actividad con el hombre recién llegado a La Luna, tras la adquisición de la primera embarcación, que lleva el nombre de la patrona de Coria, Virgen de la Estrella, mientras que el volumen de trabajo obligó a la empresa a crecer y comprar una segunda.

En 2008, se dio un paso adelante, y llegó ‘Rioquivir’, la más grande de la familia, con una capacidad de 120 personas y 20 vehículos, que es capaz de transportar hasta maquinaria pesada, aunque Manuel concreta que intentan evitar transportar camiones con demasiada carga para evitar problemas, aunque los percances que han tenido en medio siglo se cuentan con los dedos de una mano.

Su negocio no tiene días en rojo en el calendario, y funciona de lunes a domingo, con la coordinación de los nueve trabajadores de la empresa, que luchan unidos para que este “atajo” sobreviva al progreso, viendo que “se habla mucho de otras alternativas, pero nosotros seguimos aquí y las carreteras están como siempre”.

Manuel asegura que nunca ha cogido un cronómetro para saber exactamente cuánto tiempo se ahorra en el viaje, pero un trayecto sin tráfico entre los dos pueblos puede durar unos 32 minutos por carreteras convencionales, y la mitad si se usa la barcaza, y si se hace, por ejemplo, a las ocho de la mañana, con la hora punto de entrada a la ciudad de Sevilla, el ahorro de tiempo y combustible es mayúsculo.

Pero como no solo de coches vive el servicio, “hay días que se sube gente a pie, agricultores que trabajan en una vega muy grande que hay cerca de la orilla, y que así no tienen ni que plantearse coger el coche”, pagando solo un euro por el viaje, que suma 20 céntimos más si se lleva una bicicleta, mientras que los automóviles, según el tamaño, pagan de 2,20 a 3,30.

La pregunta es clara: ¿cuánto tiempo durará este servicio? Para Manuel, la respuesta está en el propio desarrollo de la comarca, que por mucha tecnología que ha ido llevando a sus vecinos, nunca ha dejado de tener su barcaza.

Con esa premisa no sería de extrañar que sus hijos tomasen en sus manos el negocio, igual que él, cuando tenía 6 años, vio cómo su padre llevaba gente de orilla a orilla en esa barca tan grande y nueva y en aquella España de pocos barcos en el agua y muchos 600 en la carretera. 

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