Julián Roig, un espía que viaja a Libia en los años 80, es el protagonista de "Operación el Dorado Canyon”, la primera novela escrita por Jaime Rocha. Aunque en realidad es más bien su alter ego. El autor pasó de la Armada al CESID a finales de los años 70. Ahora cuenta en esta primera historia parte de lo que vivió cuando él mismo trabajaba como espía para el centro de inteligencia.
¿Cómo recuerda el momento en el que le propusieron entrar a formar parte del CESID?
-No se me olvidará en la vida. Estaba destinado en la Base de Rota y me llamó un compañero que ya formaba parte del CESID para invitarme a una cerveza ‘envenenada’ en el hotel Atlántico. Entonces me propuso entrar y yo le hice tres preguntas. Una fue que qué se hacía ahí dentro, me dijo que me enteraría cuando entrara; la segunda fue que si creía que yo servía para eso y me dijo que sí; la última, por preguntar, fue que si se ganaba más dinero pero me dijo que se ganaba lo mismo. A pesar de todo accedí a entrar.
¿Cuál fue su primera misión?
-Cuando empecé en el año 79 me fui a Madrid a hacer un curso teórico-práctico de inteligencia de seis meses. Tras eso mi primer destino fue aquí en Cádiz. A comienzos de los 80 aquí había dos temas fundamentales como era el GRAPO y por otro lado la seguridad industrial. Después de la dictadura de Franco había un despegue industrial en España, con unos astilleros florecientes y competitivos a nivel mundial, y había ciertos intereses de algunos países para que esto no fuese hacía delante. En las huelgas salvajes de astilleros había una financiación extranjera importante.
¿Qué cometido tenía?
-Pues descubrir quienes eran los que estaban implicados en aquello, que para nada eran los sindicalistas que hacían sus huelgas lógicas, autorizadas y con toda la razón del mundo porque luchaban por los intereses de los trabajadores. Pero como pasa en todas las huelgas siempre hay elementos infiltrados que lo que quieren es causar daño. Nuestra misión era tratar de descubrir esos elementos.
Como nos ha contado, fue el CESID quien le eligió a usted, ¿sigue siendo el CNI quién elige a sus espías?
-Sí. De hecho hay una página web del CNI donde cualquier persona puede mandar un curriculum y si se trata de una persona con características muy excepcionales (los idiomas se valoran mucho, en mi época por ejemplo ocurría con el árabe), o una gran formación académica, puede que le llamen. Pero normalmente es el CNI quien busca a sus agentes. En mi época el núcleo estaba compuesto por militares, Guardia Civiles, Policías y demás. Ahora hay mucho universitario, ya que hay acuerdos entre CNI y determinadas universidades, y existen profesores que señalan a los alumnos que pueden tener las características para ser agente.
¿Es buen momento para ser espía con este contexto internacional?
-Siempre es buen momento para ser espía. Yo he estado 28 años, empezando en el cambio social y político en España de la dictadura a la democracia, y el país ha llegado a ser la octava potencia industrial del mundo. Eso a ciertos elementos no les gusta, igual que a nosotros no nos gusta que otros países prosperen en determinados ámbitos, porque son los principales enemigos. Aunque dicen que la Guerra Fría ha terminado yo no lo creo; pienso que ha cambiado y ahora en lugar de dos actores son tres al entrar China. Aunque algunos analistas digan que acabó yo creo que se ha complicado más todavía.
¿Qué le llevó a escribir su primera novela?
-En 2014 decidí escribir una novela para uso propio, una especie de testamento para que mis hijos y mis nietos supieran lo que yo hacía cuando me iba de viaje. Lo hice novelado porque era más ameno pero cometí el error de contarle a ellos que la estaba escribiendo; desde ese momento empezaron a preguntar constantemente por la novela hasta que en el 2018 la terminé. Y un día hablando con el periodista Ángel Expósito tenía un borrador encima de la mesa y me preguntó qué era. Cuando se lo dijo me preguntó por el argumento y acto seguido si tenía editorial.
¿De qué trata ‘Operación el Dorado Canyon’?
-El núcleo de la novela es cuando en el año 1986 se producen tres atentados yihadistas, uno en el Líbano donde hay 240 muertos de fuerzas americanas, otro cerca de Madrid en un restaurante de Torrejón de Ardoz frecuentado por militares de la base y el tercero en una discoteca de Berlín. Diez días después del último, Ronald Reagan ordena la operación "El Dorado Canyon", el bombardeo de Libia con el objetivo de matar a Gadafi. Hay víctimas en el bombardeo pero no muere Gadafi y la CIA le pide al CESID que envíe refuerzos y soy yo quien se desplaza a Tripoli durante diez días. La novela transcurre en esos diez, aunque naturalmente habla de muchas más cosas.
¿Cuánto hay de real y cuánto de ficción?
-En porcentaje yo pondría un 80/20. Que esté novelada me da más libertad a la hora de qué puedo contar y qué no puedo contar. Hay cosas que afortunadamente no pasaron, pero en su mayoría es todo real.
Tengo entendido que la Fox se ha interesado por la historia…
-Sí, porque cuando la editorial coge la novela se entusiasman porque les gusta muchísimo y empezaron a promocionarla en varias reuniones internacionales. Una de ellas creo que se hace en Londres, aunque en esta ocasión realizó de forma telemática por el covid, con productoras de cine y editoriales. Entonces Lantia llevó dos novelas y la Fox se interesó por ‘Operación el Dorado Canyon’. Aún no se sabe si se decantarán por hacer algo pero desde la editorial me han dicho que hay dos productoras españolas interesadas.
¿Ha escrito o tiene pensado escribir sus memorias para que el día de mañana sus nietos sepan qué es lo que vivió en realidad?
-Mis memorias las está escribiendo otra persona, le doy la información y se está encargando de ello. Yo no tengo más participación que las charlas que mantenemos, informarle de lo que me pregunta y corregirle si algo no está contado como realmente ocurrió.
Ya tiene terminada una segunda novela, ¿qué aventura narrará?
-Lleva como título provisional ‘El Muro’ y trata sobre los cinco años que estuvimos en Checoslovaquia, con la caída del muro de Berlín y todo el cambio político de la Europa del este. Pero además he empezado ya la tercera, porque pensé que una trilogía quedaría bien, ¿no? Esta última se desarrolla en Madrid, cuando formaba parte del gabinete de Manglano, con unas cuantas cosas que pasaron por allí que ya saldrán.
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