Madre no hay más que una, pero reyes y papas hemos entrado en el mal camino de que haya dos. Es una innovación que puede dar dolores de cabeza. El papa Benedicto se ha comportado ejemplarmente desde la retirada, aunque algunos lo han tratado de utilizar contra el papa Francisco. Pero la consistencia jesuítica del papa argentino ha podido desbaratar las conspiraciones de los segundos niveles vaticanos. No es el caso del rey y del rey honorario, mal llamado universalmente emérito. La Constitución establece que sólo hay un rey: “Su título es el de Rey de España y podrá utilizar los demás que correspondan a la Corona”. Pero se produjo la renovación en la jefatura del Estado - abdicación mediante- , por los asuntos de la caza africana de elefantes -y lo que había oculto detrás de ello -, y han continuado los problemas. El gobierno de Rajoy con la colaboración de Rubalcaba, quiso despedir al rey saliente con honores y un Real Decreto estableció el 13 de junio de 2014 que “Don Juan Carlos de Borbón, padre del Rey Don Felipe VI, continuará vitaliciamente en el uso con carácter honorífico del título de Rey, con tratamiento de Majestad”. Lo mismo se estableció para Doña Sofía.
La disputa política ha surgido por las informaciones publicadas sobre las actuaciones deshonrosas del rey saliente. Sumamente vergonzosas -podrían haber sido delictivas- y la Fiscalía del Tribunal Supremo investiga si los presuntos delitos - regularización fiscal aparte- se produjeron antes o después de la abdicación, por la distinta naturaleza jurídica de su tratamiento. Es decir, si se produjeron antes están cubiertos por la inviolabilidad del Rey, lo que plantea un segundo problema constitucional: ¿La inviolabilidad lo cubre todo o solamente los actos en tanto que rey? Hasta ahora la interpretación primera es la que se abre paso. Independientemente de esta reforma pendiente, la evidencia es que la retirada de asignación a Juan Carlos I por parte de Felipe VI indicó a todo el mundo la gravedad de lo sucedido. La marcha al Golfo culminó un relato nefasto y casi sin salida honorable posible.
Las torpezas de los que son más monárquicos que el monarca, como Isabel Díaz Ayuso, defendiendo la falta de igualdad de los españoles ante la ley figurará en la antología del disparate. Mientras, Iglesias aprovecha que el Manzanares pasa por Madrid para pescar en río revuelto.
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