La XXIV cumbre UE-Rusia celebrada en Estocolmo estuvo marcada por el pragmatismo de dos partes decididas a obtener resultados tangibles, a pesar de que varios asuntos, como la amenaza de una nueva crisis del gas y la situación de los derechos humanos en Rusia, siguen enturbiando sus relaciones.
Lo dejó claro el presidente ruso, Dmitri Medvédev, quien calificó el diálogo de “constructivo” y aseguró que ayer no se permitió que “ningún tipo de emociones bloquease la cooperación”.
Por sorpresa y sólo a un par de semanas de la cumbre sobre el clima de Copenhague, Rusia respondió en Estocolmo a las llamadas de Bruselas y se comprometió a ser más ambiciosa en la lucha contra el cambio climático.
Según explicó el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, Medvédev aceptó ayer recortar las emisiones de dióxido de carbono del país hasta un 25% respecto a los niveles de 1990.
Para el primer ministro sueco y presidente de turno de la UE, Fredrik Reinfeldt, la propuesta rusa es “importante para tener un acuerdo en (la cumbre de) Copenhague”.
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