La fiscalía de Málaga ha rebajado de 21 a 16 años la petición de cárcel para la mujer acusada de la muerte de su bebé de 17 meses, a la que abandonó sola en la casa durante más de un mes tan solo con un biberón y unas galletas.
"Lo siento mucho, me arrepiento mucho", ha dicho la acusada en su derecho a la última palabra en el juicio con jurado, que este martes ha quedado visto para veredicto. La defensa se ha adherido a la petición de la acusación pública por los delitos de asesinato y abandono temporal de menor.
El fiscal ha señalado que la acusada "omitió la acción necesaria para la vida de su hija", al dejarla sola durante más de un mes; "debió haberle dado comida, bebida, asistencia" pero, añade, "se marchó y no dijo nada a nadie". Esto fue "causa directa del fallecimiento".
Y ha indicado que este delito de asesinato y el de abandono de menor han quedado demostrados no solo por la confesión de la acusada sino también por otras pruebas practicadas, como la declaración de amigos que han ratificado que pasaba las noches fuera de casa y que les dijo el día de la detención que había dejado sola a la niña.
Asimismo, ha insistido en que la mujer ha admitido de forma directa cada uno de los hechos y con su confesión "contribuye a que esté hecho horrible sea esclarecido". Por esto y por el arrepentimiento que ha mostrado ha modificado la pena solicitada inicialmente.
Al respecto, la defensa ha reiterado que la chica "siempre ha reconocido los hechos, desde el primer momento" y ha sido "colaboradora y sincera". "Va a cumplir y va a pagar su propia pena", ha apuntado.
El fiscal ha explicado que la acusada con su actitud de no volver a casa ni contarle a nadie lo que hacía "aceptó" lo que iba a ocurrir. En este sentido, los médicos forenses que se entrevistaron con ella han ratificado que es imputable porque era consciente de lo que hacía, que tiene una personalidad inmadura y no es capaz de afrontar problemas porque se ve desbordada por las vivencias.
Admitió los hechos
La mujer se quedó embarazada en su país, Marruecos, y se trasladó a España a finales de marzo de 2017 para ocultar por motivos culturales y sociales esta situación al padre, mientras que la madre y los hermanos mayores, "en posición económica desahogada", financiaron su estancia aquí, inicialmente en la localidad malagueña de Vélez-Málaga.
La acusada dio a luz en dicho municipio el 4 de mayo de 2017 y se quedó a vivir en la casa de su hermana y su cuñado, que iban y venían de Marruecos. La situación se prorrogó hasta mediados de 2018 y en ese tiempo dispuso de servicio gratuito de guardería para que ella pudiera ir a clase, lo que hacía "en muy contadas ocasiones", señala la acusación pública.
Además, tenía la ayuda de una amiga, que se quedaba con la niña. Cuando se trasladó a Málaga, alquiló una casa con el dinero que le enviaba su familia y aunque se le facilitó la documentación necesaria para continuar con el servicio de guardería en la capital, la mujer no hizo gestiones y perdió la plaza; y además, comenzó a trabajar de camarera en una discoteca.
Dado el horario nocturno de trabajo, cuando esta se dirigía a la discoteca, sobre las 02.00 horas, "dejaba sola a la bebé, que contaba entonces con 15 meses y no era aún capaz de caminar sin ayuda, tan solo gateaba", dice el ministerio público y reconoció la acusada.
Supuestamente, cuando terminaba a las 06.00 horas de trabajar "no regresaba a su casa" sino que iba para descansar a la de una amiga, admitió ella. Volvía a su vivienda a las 14.00 horas, por lo que durante ese tiempo "su hija permanecía sola en la casa desprovista de la necesaria atención afectiva y de los cuidados --bebida, alimentación, aseo-- precisos", ha sostenido el fiscal.
Por esto, era "frecuente" que algunos vecinos del edificio oyeran el llanto "inconsolable y continuo" de la niña que estaba "sola en el apartamento y privada de la necesaria asistencia física y moral, en un entorno insalubre de suciedad y desorden" y que terminaba callándose por "agotamiento". Esta situación se mantuvo incluso después de terminar la relación laboral con la discoteca al mantener la joven una "intensa vida nocturna", diciendo a amigos y pareja que durante la noche su hija estaba al cuidado de una chica.
La Fiscalía relata que en un momento no determinado, a mediados de octubre de 2018, la acusada "abandonó definitivamente el apartamento y dejó a su hija en el dormitorio, sobre la cama, con la puerta cerrada y la ventana con la persiana bajada, en condiciones de oscuridad, tan solo con un biberón y unas galletas".
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