"Es un trabajo de muchísima presión, prefiero la actividad asistencial. Es un nivel de ansiedad por querer hacerlo todo, con mucha presión por llamar a la gente, ponerla en cuarentena en un montón de casos, rastrear sus contactos...”. María -le ponemos un nombre ficticio para preservar su identidad- trabaja como enfermera rastreadora en Jerez, una labor de investigación que muchas veces tiene que continuar desde casa, desbordada por los contactos a los que tiene que avisar.
Hay gente que se asusta y se pone a llorar. No lloran por ellos, sino por el miedo a pegárselo a sus padres”Depende del día, pero cada jornada habla con entre 15 a 20 personas a lo largo de una semana en la que “los lunes son horrorosos” por los contagios acumulados del fin de semana. Su rutina de trabajo comienza entrando en una aplicación donde consulta las PCR de los pacientes que le corresponde en los centros de referencia. Una vez que le dan los números de la Seguridad Social de las que han tenido resultados positivos, “me pongo a investigar”, yendo a su historial, para ver si es positivo por síntomas o por haber estado en contacto con un contagio. En ese momento, empieza el rastreo propiamente dicho, con una llamada telefónica a la que seguirán muchas más, con lista en mano, para hablar con los contactos estrechos, es decir, con las personas que han estado con ellos (los positivos) más de 15 minutos, a menos de dos metros y sin mascarilla, desde dos días antes al inicio de los síntomas. También son considerados contactos estrechos los convivientes.
Aunque generalmente suelen colaborar, la reacción que se encuentra al otro lado del teléfono toca todos los extremos una vez superado el impacto inicial. “Normalmente hay mucha sorpresa. Hay gente que se asusta, se preocupa por la familia más que por ellos mismos y se pone a llorar”, explica a este medio, reconociendo que alguna que otra vez ha tenido que colgar porque “no estaban en condiciones de hablar” y esperar para volver a llamarlos más calmados.
“Lloran fundamentalmente por las familias, por el miedo a pegárselo a sus padres porque son personas frágiles y mayores. Es un impacto para ellos, por lo que vendrá después, y muchos se ponen en lo peor”, y ahí es donde entra en acción el componente psicológico de su trabajo. “Tienes que tener mucha empatía, porque aunque las noticias son muy alarmantes, la mayoría de los casos son leves, pero la gente ve todo lo malo y se pone en lo peor”, indica. A partir de ahí, se dan las dos vertientes a la hora de elaborar la temida lista de contactos estrechos, a los que no suele pillar por sorpresa esta llamada porque ya les han puesto sobre aviso.
“Hay de todo, personas muy quisquillosas que te meten en la lista a gente por exceso, con la que a lo mejor ha estado dos minutos hablando en la calle, y los que te mienten”, señala, tras resaltar la importancia de “ser muy fino” a la hora de elaborar una lista de contactos estrechos, porque por pecar de responsabilidad pueden buscarle un problema “dado que hay personas que pueden perder el trabajo por eso”, ya que los contactos que sean considerados estrechos tendrán que ponerse en cuarentena y estar aislados 14 días en casa.
De hecho, en alguna ocasión ella misma ha tenido que rectificar la lista cuando ha llamado a personas consideradas como contagios estrechos y ha comprobado que no había peligro. “Una chica que dio positivo nos dio la lista de todos los nombres de sus compañeros de trabajo y al final resultó que estaban haciendo las cosas bien, con mascarilla, distancia de seguridad y desayunando por turnos. Es que si los ponemos todos en cuarentena cerramos una empresa, pero la chica se sentía mal, porque ella había ido a trabajar; pero si se hacen las cosas bien no tenemos que tener miedo ni aislar a la gente”.
En el otro extremo está la gente a la que llama y que están en la calle con los suyos en vez de aislados en casa, como otro caso reciente de un hombre de 44 años al que llamó un fin de semana (estas enfermeras también hacen guardias) para darle el resultado de la PCR (positiva) que se había hecho un par de días antes en un centro de salud al que acudió con síntomas. “Cuando lo llamé estaba en la calle, se había ido a comer con la familia y luego a tomar café con una amiga. Me dijo que nadie le había dicho que no saliera (lo cual no me creo), y le dije que se tenía que ir para casa ya”, detalla.
Tanto para este tipo de situaciones, como para aquellas en las que no puedan localizar a un positivo para empezar con los rastreos, cuentan con un protocolo que se activa una vez que la enfermera rastreadora llama al epidemiólogo y éste contacta con la Policía para que se encargue de localizar a esta persona.
“La gente no es sincera”
“Está siendo muy complicado, si el rastreo fuera fiable, se cortaría antes, pero la gente no es sincera, te miente para una cosa o te miente para otra”, lamenta tras apuntar al perfil que más se repite y que concentra el 85% de los casos positivos detectados en esta segunda ola: personas jóvenes, no adolescentes, de entre 19 y 30 años, que se contagian en cumpleaños, reuniones y botellones, relajándose con las medidas de seguridad, y que no son conscientes del peligro. “Son los más irresponsables”, señala.
No obstante, no se puede generalizar, y el mejor ejemplo de que a los 19 también se dan los dos extremos y de que el virus rompe incluso lazos de amistad lo encontramos en un caso reciente con el que ha tratado, a la que su amiga la metió en una lista de contactos estrechos de hasta 70 personas. “Su amiga, también de 19 años, con síntomas, se fue a Granada y, a la vuelta, y siguiendo con síntomas, quedó con todos sus amigos en Jerez. Dos horas después de hacerse una PCR se lo contó a esta chica. “Estaba muy enfadada, reaccionó muy mal porque va a perder su trabajo y tiene a su padre delicado del corazón”.
Y hablando de enfado, esta profesional sanitaria reconoce que “estamos muy indignados” con el papel de la sanidad privada en estos momentos de la pandemia. “Se lavan las manos y no hacen absolutamente nada”, critica, tras advertir del “desamparo” que siente los funcionarios como militares, policías y profesores –de los colectivos profesionales más expuestos al virus- que han dado positivo y han tenido que recurrir a la Seguridad Social.
“Hemos tenido que intervenir en el caso de un guardia civil que estaba regular, había dado positivo, llevaba una semana con fiebre y su compañía no hacía nada, nos lo derivan a nosotros”, señala. Una actitud por la que le consta que más de uno de estos profesionales afectados ya se plantea pasarse a la Seguridad Social cuando pase todo. “Nos llaman aquí desesperados”, asegura.
Otros datos de interés aportados por el SAS
Un total de 1.163 enfermeras de Atención Primaria del SAS en la provincia realizan el seguimiento de los pacientes de Covid-19 y sus contactos, apuntan desde la Delegación territorial de Salud, donde resaltan que, independientemente de que cada área/distrito tenga sus referentes, potencialmente cualquier profesional de enfermería de Atención Primaria puede ejercer de rastreador. Estas enfermeras trabajan de forma conjunta con los profesionales del Servicio de Vigilancia Epidemiológica de la Dirección General de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica.
En el Área de Gestión Sanitaria de Jerez, Costa Noroeste y Sierra hay un enfermero de Atención Primaria referente Covid-19 por cada centro de salud (centros de atención primaria referentes o de cabecera de zona básica de salud) que trabaja con los técnicos de Epidemiología del Área, no sólo en el rastreo, sino también en la coordinación y gestión de cualquier aspecto referido a esta pandemia (por eso se les denomina 'enfermera referente Covid-19, no sólo rastreador). Además, en el Área se apoyan en la figura de la enfermera epidemióloga.
En cuanto a su labor, una vez ha sido diagnosticado un positivo, enfermería se encarga de comprobar los contactos de este paciente en los últimos 14 días. La enfermera contacta con las personas que haya identificado el positivo, analiza su situación y deriva al centro de salud para que el médico de Atención Primaria prescriba la prueba PCR en el caso de que sea necesario. En el caso de que un contacto dé positivo, se empezaría a rastrear los contactos de este nuevo caso.
Además, realizarán una labor de coordinación entre los distintos centros de salud de Andalucía, ya que puede darse el caso de que los contactos pertenezcan a otra zona, por lo que la labor de las enfermeras es de rastreo y de coordinación con el objeto de que el seguimiento sea lo más exhaustivo posible y evitar la propagación del virus.
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