Educar para el futuro

Como eres un provocador te aguantas con lo que te pase

Lo cierto es que las sanguijuelas totalitarias se nutren del caldo sectario que se cuece en un fuego que se alimenta de las libertades que nos arrebatan

Publicado: 03/07/2020 ·
12:55
· Actualizado: 03/07/2020 · 12:56
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Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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Con tus actitudes estas provocando. Con tus palabras estas provocando. Eres un provocador. Quienes dicen estas expresiones creen tener derecho a hacerlo solo por el hecho de que ni comparten ni les gusta lo que haces o dices, añadiendo además que Tanto si quieres como si no quieres dejaras de hacerlo y dejaras de provocar o serás el culpable de lo que te suceda.

Una frase que cierran el bucle del totalitarismo más rancio, ya saben, el de aquellos a los que se les llenaba la boca diciendo que los propios judíos eran los que provocaban que les rompiesen a pedradas los escaparates de sus negocios porque haber estado donde nadie los quería.

Por cierto al final se quedaron con sus negocios y los exterminaron, por supuesto ellos lo provocaron. ¿Por qué será que todos los totalitarios dicen defender las libertades? ¿Por qué será que todos ellos acusan de fascistas a quienes les llevan la contraria?  

Las respuestas se reducen a una: Puro marketing comercial para vender sus ideas o, lo que es igual, el famoso dicho “dime de qué presumes y te diré de qué careces”.

Lo cierto es que las sanguijuelas totalitarias se nutren del caldo sectario que se cuece en un fuego que se alimenta de las libertades que nos arrebatan. Un caldo que engorda conforme crece la ignorancia, un ingrediente que se obtiene manipulando la verdad y condimentándola con las falsas promesas.

Uno de los entornos donde mejor resultado da la acusación de provocador es en las conversaciones. Comprendo que en una conversación puede haber cuestiones que incomoden a alguien y en el tacto de cada cual está evitarlas, pero últimamente hay demasiados asuntos y opiniones que aunque no falten necesariamente al respeto parece que están prohibidos en las conversaciones tan solo porque hay quienes así lo deciden, los cuales además convencen a otros muchos de que reprueben severamente a quienes traten de ellos.

Esta situación a veces hace que sintamos la tentación de pedir permiso antes de decir o de hacer algunas cosas, convirtiéndonos en víctimas del entorno puritano y anacrónico de lo políticamente correcto, en el cual se puede provocar a cualquiera por el simple hecho de pensar de manera diferente. Si no lo remediamos nos terminaremos como los judíos del ejemplo, porque los que ahora nos consideran culpables de lo que nos ocurra por haberlo provocado, terminaran por convertirnos en víctimas de unas leyes injustas instauradas para que paguemos nuestra supuesta culpa con nuestra libertad.

Los que acusan de victimizarse a quienes son víctimas auténticas son unos grandísimos bichos que defienden sus intereses o unos miserable que satisfacen su ego, y en eso se convierte quien acusa de provocador al que en uso de su libertad se convierte en una víctima de la intransigencia de los totalitarios. Recuerden: no podemos olvidar. Fuerza y salud.

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