El estado de alarma ha dañado gravemente el sector hostelero que, a 30 de abril, contaba, solo en Andalucía, con un 20% menos de afiliados a la Seguridad Social con respecto a la misma fecha del año pasado.
Las expectativas para lo que resta de 2020 no son especialmente optimistas. El primer impacto “ha sido una barbaridad”, apunta Javier Gómez de la Vega, coautor del informe elaborado por la consultora Foqus y la Universidad de Valencia, que advierte de una caída de la facturación en el conjunto de España del 45% hasta diciembre. “El alargamiento del confinamiento, mezclado con las restricciones de salida y el impacto del turismo han empeorado las previsiones iniciales del 33%”, explica.
Se teme un desastre. Las consecuencias laborales se traducen, según las conclusiones del estudio, en la pérdida de hasta 900.000 puestos de trabajo en España. Andalucía, alerta, será la primera comunidad más afectada, con la destrucción de 149.000 empleos. Con Cataluña (146.000) y Madrid (131.000), la región suma la mitad del conjunto nacional. Sin embargo, las autonomías con un mayor impacto relativo sobre el empleo total son aquellas que tienen un mayor peso turístico, como Canarias y Baleares. En Andalucía la hostelería solo registra el 8,7% de los asalariados.
Gómez de la Vega señala que este escenario es del que partimos, pero el panorama puede ser sensiblemente mejor. También peor. Depende de la evolución de la epidemia y, en gran medida, de la agilización y flexibilización de la desescalada. Plantea algunas propuestas como no limitar el aforo sino asegurar la distancia de seguridad, establecer un plan de bar seguro y otras iniciativas que estimulen la demanda, como el establecimiento de corredores sanitarios y la toma de temperatura u ofrecer test rápidos a los turistas.
En el escenario más optimista, la facturación caería en unos 43.000 millones de euros en España, en lugar de los 54.000 inicialmente calculados con desescalada según aforos y sin turismo internacional hasta octubre. Para ello, habría que recuperar la mitad del turismo nacional y el internacional en un 20, 40 y 50% respectivamente en julio, agosto y septiembre.
El escenario más pesimista eleva el agujero económico a los 67.500 millones de euros si se recupera el turismo nacional hasta enero y se reduce a cero el internacional en verano, con un 66% en noviembre.
El estudio también contempla como propuesta que, atendiendo a la baja incidencia del virus y el alto impacto económico, se priorice la apertura en determinadas áreas. En este grupo, estarían, en este orden, Canarias, Baleares, Comunidad Valenciana, Asturias, Cantabria y Andalucía.
“La incertidumbre con el que se encuentra es un problema muy grave para el sector”, lamenta, en relación a la falta de concreción de medidas sobre cómo y cuándo se retomará la actividad que, a día de hoy, no resulta rentable. Sin embargo, se muestra optimista. “Es un sector muy reactivo a la recuperación, muy dinámico, un buen salvavidas”, resume. No en vano, fue el principal motor de la recuperación económica de la crisis de 2008: entonces, suponía el 7,7% de los empleos totales y ahora un 8,5%, pasando de 1,26 millones de puestos de trabajo a 1,64. En Andalucía, en ese periodo, el número de afiliados a la Seguridad Social en hostelería se incrementó en un 44%.
Ahora, en torno a 142.000 trabajadores de restaurantes y puestos de comidas, establecimiento de bebidas y hoteles y alojamientos similares estaban afectados por Expedientes Temporales de Regulación de Empleo (ERTE). Su futuro depende, en gran parte, por el rescate de estos trabajadores.
El presidente de la Federación Andaluza de Empresarios de Hostelería, Francisco de la Torre, explicó a Europa Press que desde el sector desconocen cómo se va a desarrollar la situación si algún empresario tiene que incorporar a algún trabajador mientras otros continúan sujetos al ERTE. La reapertura total actualmente es “inviable”, remarcó, por lo que reiteró la petición “claridad y flexibilidad en la materia.
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