La respuesta de los voluntarios ante la crisis generada por el coronavirus no tiene precedentes: 40.000 personas se han movilizado solidariamente a través de Cruz Roja y más de la mitad son nuevas incorporaciones impulsadas por la urgencia de atención a personas vulnerables, que aumentan día a día.
El perfil mayoritario de esa persona solidaria que se volcado en el reparto de comida o en la ayuda en tareas escolares, entre otras asistencias, es el de un mujer, de entre 20 y 39 años y con estudios superiores, según un estudio al que ha tenido acceso Efe.
La mayor movilización de voluntarios se ha dado en Madrid 6.059 (15,2 %), Andalucía 5.347 (13,4 %), Cataluña 3.966 (9,9 %), Valencia 3.742 (9,4 %) y País Vasco 3.699 (9,3 %); sin su contribución, Cruz Roja no habría podido atender a 1,4 millones de personas en menos de dos meses.
Según el estudio, más de la mitad son mujeres (56 %) y por nivel de estudios: el 54 % con estudios superiores, el 25 % medios y el 14 % básicos.
LAS CARAS DE LOS VOLUNTARIOS
Detrás de estas cifras, hay rostros como el de Ana Llabona, una azafata en paro que cuando en marzo se pidió el confinamiento de toda la población en sus casas pensó que tenía que hacer algo útil y llamó a Cruz Roja para ofrecerse.
Nos cuenta que nunca había tenido contacto con esta oenegé, quizá por falta de tiempo. "Pero ahora lo tenía, me he quedado en paro, trabajaba en Air Europa; cuando saltó la alarma, el 13 de marzo, y nos encerramos en casa, empecé a ver toda la gente que permanecía en primera línea y el trabajo que estaba realizando con la gente que vivía en la calle o la situación de los comedores sociales".
Interviene en la labor de coordinación de voluntarios como ella, planificando que lleguen las tarjetas de compra en supermercados a las familias que más lo necesitan, el reparto de menús a domicilio a las personas mayores y muchas otras asistencias.
"Me siento realizada y estoy satisfecha porque pienso que soy útil", afirma.
Pero también están Carlos, un joven con claustrofobia y que ha encontrado en el voluntariado una manera de ayudar a los demás mientras salía de casa; personas anónimas que en su día fueron ayudadas por Cruz Roja y que hoy se han convertido en voluntarios para ayudar a otros, y familias enteras, como la de María Dolores Roselló.
"Nuestra historia es muy normal; mi marido y yo nos conocimos haciendo voluntariado, empezamos llevando a nuestras hijas a las reuniones y se han ido implicando en las diferentes causas de Cruz Roja", explica a Efe.
Con la COVID-19 han intensificado su actividad, María Dolores coordinando desde su casa de Oliva (Valencia) la asistencia a personas mayores, a personas con discapacidad o las relaciones institucionales; sus hijas Aida -de 27 años- y las gemelas Aitana y Aloma- de 21-, en la calle.
"Desde el principio, pusimos el teléfono de Cruz Roja a disposición de la población general; Oliva es muy solidaria, nos llamaba gente alertándonos de que un vecino necesitaba ayuda; íbamos a casas de familias que cuando nos veían nos decían que no habían pedido nada, pero nos había alertado un jefe o un compañero de trabajo de que tenían necesidad".
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