Billy Wilder desconocía el juego que iba a dar su mejor película “El apartamento”, trasladado al apartamento madrileño -Be Mate Plaza de España Skyline- de la presidenta de la comunidad, Isabel Díaz Ayuso, con contratos que aparecen y desaparecen en cuestión de minutos y desconociéndose quién lo pagaba. Los españoles están esperando explicaciones de la sucesora de Esperanza Aguirre, Ignacio González y Cristina Cifuentes, todos bajo la lupa judicial, mientras están conmovidos por el amor a la libertad de la derecha española. Ya era hora. Se ha tardado tiempo y ha tenido que ganar la izquierda las últimas cinco elecciones - dos generales, europeas, municipales y autonómicas- y vivir una pandemia mortífera, que ha obligado a un estado de alarma -por vez primera en todo el territorio nacional - para que se descubra ese encendido apego a la libertad de la derecha patria.
Viene a cuento esa afección porque el gobierno estudia solicitar al Congreso un mes más de alarma, con más competencias a las comunidades autónomas y siendo el último, hasta el final de junio, cuando se pasaría a esa rara expresión de l ¨nueva normalidad”. Casado ha anunciado que no lo apoyará porque supone limitar las libertades de los españoles por parte de un gobierno incompetente. Pero, antes, ya Aznar marcó el territorio -como siempre- al líder del PP y le envió el mensaje a los partidos del gobierno calificándolos de “hijos de Chávez”, el venezolano al que Aznar abrazó muchas veces y al que, más tarde, le preparó una intentona. Para Aznar, el gobierno se dedica a sembrar sectarismo, odio y -sigue la cantinela- “no son defensores de la libertad”.
El alumno ha abundado en el argumentario. Lo que en el pleno del Congreso pasado fue para Casado diagnosticar que España vivía en una “dictadura constitucional” (sic) ahora es “No hay excusa en mantener toda España en una situación de excepcionalidad constitucional”. El periódico de referencia de la derecha captó el mensaje y unió el no del PP a otra prórroga a proteger “a los españoles, sin imponerles la pérdida de sus derechos y libertades”.
Desde el XXVII Congreso del PSOE (diciembre de 1976) su ideología en relación a la libertad no ha cambiado: “Socialismo es libertad”. Antes, en 1920, Fernando De los Rios -con Pablo Iglesias- corrieron despavoridos cuando oyeron de Lenin lo de “¿Libertad, para qué?”.
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