Hablillas

A por ella

Es curioso lo lento que nos puede parecer encerrado en casa y lo rápido que pasa cuando salimos y entramos.

Publicado: 30/03/2020 ·
13:09
· Actualizado: 30/03/2020 · 13:09
Autor

Adelaida Bordés Benítez

Adelaida Bordés es académica de San Romualdo. Miembro de las tertulias Río Arillo y Rayuela. Escribe en Pléyade y Speculum

Hablillas

Hablillas, según palabras de la propia autora,

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Seguimos aguantando el temporal que nos azota con la calma forzada y forzosa de los días. Las horas van marcando la luz del sol, aunque se haya adelantado una el pasado domingo. Esta vez no protestaremos por la merma del sueño, ni oiremos la perorata sobre el ahorro de energía que la justifica, porque no se nos irá de la cabeza la preocupación inmediata, cómo afrontaremos la normalidad el primer día sin alerta, si seremos capaces de acortar la distancia al encontrarnos, si nos atreveremos a alargar la mano para estrecharla, si contendremos el impulso de abrazar. Será preciso otro período de cuarentena a la cuarentena, pero mientras llega vivimos un presente casero, doméstico en el que vamos cubriendo la huella que nos va dejando con la distracción que tenemos más a mano, desordenando lo ordenado recientemente.

Uno de estos días, tal vez por dar color y animar un poco al noticiario, salieron varios escritores hablando de su rutina actual. La mayoría admitió estar leyendo más que cuando eran jóvenes. Es cierto, la lista de títulos que archivamos en el ordenador va disminuyendo y aumentado casi al mismo tiempo. Por otro lado, es una forma agradable de aligerar el tiempo, de empujarlo hacia el día siguiente. Es curioso lo lento que nos puede parecer encerrado en casa y lo rápido que pasa cuando salimos y entramos. Parece que la mañana se encoge, que el sol corre por ella alumbrando con tanta intensidad como rapidez, más a partir de ahora que viviremos entre el adelanto y el atraso, ya que amanece una hora antes y nos acostamos una hora después, por más que se nos intente convencer de lo contrario.

En esta ocasión, el cambio de hora lo tomaremos con la calma de la aceptación para dar ejemplo a los más pequeños, que deben de estar hartos de dibujar, como grita el chiquitín de seis años desde su terraza en un video que se ha hecho viral. Nos reímos por su espontaneidad, pero debe ser tan duro para él como para sus padres, teniendo que teletrabajar junto sus enredos y correteos. La quietud no se hizo para ellos. A nosotros nos toca entretenerlos mientras el nudo de la garganta hace gallear la voz, recordando a quienes no podemos visitar, a cuantos no pueden salir o a los que no volverán a hacerlo. Sus ocurrencias, dichas tan menudamente como sus cuerpecillos, nos harán reír y darán fuerzas para cargar con el día y el resto de esta semana que empezó con una hora menos de confinamiento. Ánimo y a por ella.

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