Notas de un lector

Desde la otra orilla

Con “La vida en ámbar”, Julián Montesinos ha obtenido el premio “Villa de Cox". Es el primer poemario que edita

Publicado: 16/03/2020 ·
20:55
· Actualizado: 16/03/2020 · 20:55
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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Con “La vida en ámbar” (Pre-Textos. Valencia, 2020) Julián Montesinos ha obtenido el premio “Villa de Cox”. Alicantino del 63, reside en Elche donde ejerce como profesor.Es este el primer poemario que edita y, en él, ya destaca un sabio himno rítmico, además de un verso lleno de transparencia que arde al son de una temática de humana significancia: “Quizá en esto consista nuestro frágil vivir:/ en contemplarlo todo desde la otra orilla/ para volver a esta casa siempre abierta”, escribe en el texto que sirve de pórtico.

     Dividido en cinco apartados, “Principio”, “Afectos”, “Paisajes”, “Incertidumbres” y “Fin”, el volumen signa el acontecer de un yo  que se yergue desde una materia unitaria, como vida primero, como temporalidad histórica después y que, desde su empírica condición, afronta su acontecer sin premura. Bajo la premisa de que todo lo conocido permiteafrontar cualquier desasosiego, el poetavierte sus aspiraciones a través de unos versos que rebrillan sobre los nombres, los objetos, los territorios… que ayer y hoy, son y fueron sustancia vívida. Y así, p.ej., frente a una antigua caja de herramientas la memoria aproxima con humilde amor la figura del padre: “Tú, que podrías haber sido el rey de mi casa,/ que me habrías  guiado entre las dudas,/ te encuentras en el aliento de este tornillo”.

También surge la chispa de la remembranzaal retornar a aquella morada que fue refugio y dicha de la infancia y de la que cuelga un cartel donde puede leerseSe vende casa en barrio obrero…: “Ahora todo vuelve a existir/ ante esta madera/ que nada siente cuando introduzco una llave/ y regreso a aquel espacio mágico”.

     Desde ese proceso de soledad brota el brillor de la comprensión y, a su vez, de la comunicación, pues el vate levantino se afana en hacer suyo y común un mensaje que trascienda y acompañe cálidamente. Tras el transito intimo de la ausencia y de la duda, de la bondad y del gozo, hay una palabra intuitiva, alumbradora de una verdad que conjuga con los elementos de la Naturaleza. De esa comunión nacen poemas donde se alza una meditativa contemplación: “El viento fresco del amanecer/ temblaba en las hojas de los chopos./ A lo lejos, las encinas dispersas/ eran un refugio de sombra apetecible (…) Recuerdo las tormentas de verano/ en aquellas dehesas solitarias/ y regresa la imagen de ese niño/ que sintió la hermosura del paisaje”.

     Inquietud por el sentir del ser humano, incertidumbre por la sintaxis del mañana, sí, son perfiles que sostienen este libro en ámbar, pero también expresión de felicidad, esencia de unos sentimientos que fluyen sin requiebros manieristas ni vacuos retorcimientos versales.

Pureza, al cabo, en un decir de temperamental identidadcuajadode luminosas imágenes, de una percepción indagatoria que deviene en un conjunto límpido y de gratísima lectura: “La poesía es un pájaro alegre/ que vuela por mi casa/ buscando un corazón donde vivir./ Cuando levanta el vuelo/ todo se cubre de canto, de luz./ De mañana viene temprano y tímido/ y se posa feliz en el alféizar”.

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