Una feminista en la cocina

Vueltas de campana

El crimen del churrero de Chiclana me tiene el corazón partío. Ni Carnavales, ni redes sociales me hacen olvidar lo muy perra qué puede llegar a ser la vida

Publicado: 05/03/2020 ·
09:24
· Actualizado: 02/04/2020 · 17:58
Autor

Ana Isabel Espinosa

Ana Isabel Espinosa es escritora y columnista. Premio Unicaja de Periodismo. Premio Barcarola de Relato, de Novela Baltasar Porcel.

Una feminista en la cocina

La autora se define a sí misma en su espacio:

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El crimen del churrero de Chiclana me tiene el corazón partío. Ni Carnavales, ni redes sociales me hacen olvidar lo muy perra qué puede llegar a ser la vida si se te cruzan una partida de Albanokosovares sedientos de sangre humana. Pasó mucho en esa época de hace unos años. No hay más que recordar, entre otros, el secuestro ( y paliza) a José Luis Moreno en la que casi lo matan.                                                     

La Guardia Civil esclarece un crimen ocurrido hace 13 años donde falleció una pareja de ancianos en su domicilio

La desmembración de Yugoslavia, la URSS que ya no lo era tanto y mucho militar descerebrao que ya no servía para vender violencia, daban cuenta de escenarios similares. Supongo que te acostumbras a levantarte y hacerte una tostada de mantequilla regada de mermelada y también a matar a gente inocente por unos miles de euros. La crueldad juraría que la llevan innata. Porque para meterle una pelota en la boca a una anciana maniatada de 80 años propinándole golpes con una barra de acero en la cabeza hasta llegar a hueso, hay que ser muy hijoperra.

Pasó hace 15 larguísimos años en los que los Guardias civiles que llegaron a cubrir el suceso han envejecido, pero no su memoria (tal era el espanto que se encontraron). En cambio, los recuerdos de ese día de los delincuentes son frágiles como ala de mariposa y no hilvanan el  haber estado en Chiclana, ni de haberse paseado por varios sitios donde los sitúan testigos. La Justicia que tarda tanto se convierte en Epopeya, en rascadero de conciencias y en dolor apelmazado. No hay Justicia que proteja a la anciana machacada a golpes que murió sin marido y sin esperanza. No la hay para hijos y nietos que se sientan en las escalinatas de la Audiencia gaditana porque el tiempo se paró ( y separó) hace 15 años y ni Carnavales, ni redes sociales pueden hacer que vuelva el minutero a dar vueltas de campana.

Una vuelta de campana que te tiene que dar el pecho cuando llegan esos mafiosos de tres al cuarto, perros rabiosos de dinero fácil a los que no les importa absolutamente nada. Lo mismo eso pensaba el hijo de las víctimas sentado a las escalinatas con cara de cansancio extremo de muchas noches esperando esto, que la Justicia rasque mugre para levantar ampollas enquistadas.   Lo mismo pensaba en sus hijos (que aún eran pequeños), en su mujer y en lo muy probable que hubiera sido que si llegan a convivir con sus padres, los hubieran matado a todos. Una pelota en la boca para que no chillara y alertara a los vecinos. Una barra de hierro volando en el aire y cayendo a rambla. Sin matices, ni preludios. Solo sangre y dolor para sacar dinero, que no hay nada heroico más que la supervivencia de una mujer que se pasó toda su vida trabajando y merecía morir sin tanto dolor acumulado. Una caja fuerte permaneció cerrada con 10000 puñeteros euros, cerrada a cal y canto, como alegoría de la Justicia por 15 larguísimos años.

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