Miguel Ángel Castro nos atiende el viernes 21 de febrero para contarnos qué ofrece a la comunidad universitaria para los próximos cuatro años una vez es ya el único candidato que concurre al Rectorado de la Universidad de Sevilla para las elecciones del 19 de marzo.
Es catedrático de Química Inorgánica. Tras varios cargos de gestión dentro del Rectorado, aterrizó en el pasillo de los rectores de la Hispalense hace poco más de cuatro años. Y pese a lo que supone gobernar una comunidad universitaria de más de 70.000 personas, se ve con ganas de seguir en un momento que considera crucial. Acaba de abrirse perfil en Twitter (@macastro_rector). “¿Me resume su propuesta electoral en un tuit?”. “Ser capaces de dar pasos inequívocos para ser protagonistas de la sociedad del conocimiento”.
Empecemos por los pasos que se pueden dar desde la Universidad para dar respuesta a lo que la Conferencia de Rectores ha reconocido recientemente: que hay que revisar la oferta académica porque los estudiantes están frustrados.
–Lo que dice la Conferencia es un ejercicio absoluto de responsabilidad. Nosotros no podemos crear empleo, pero sí debemos preparar a las personas para que, por distintas vías, puedan tener un papel activo en la sociedad. Pero no creo que los estudiantes estén frustrados. El nivel de satisfacción es, de media, más alto que los que no tienen educación superior.
El debate sobre el mapa de titulaciones se ha reabierto en Andalucía. El informe que las universidades han hecho, que hemos publicado los medios y en el que se dice que la demanda de los grados es superior a la oferta en el 78% de las universidades, con niveles de mejora, en el caso de la Hispalense, en dos grados de Filología y Edificación, ¿qué persigue?
–Quiero decir tres cosas. La primera es que el sistema universitario público andaluz ha advertido, ante las informaciones de la Junta sobre la necesidad de hacer una revisión de la oferta académica, de que se parta de la información acumulada del sistema. Y esto no lo hemos percibido. Éste es el origen del informe que hicimos. La segunda cuestión: el documento no tiene una pretensión previa, porque entonces no sería un documento académico y riguroso. Por último, las conclusiones son muy positivas y queremos que se usen como embrión del debate. El informe lo que dice, efectivamente, es que tenemos un equilibrio, en términos generales, entre oferta y demanda. En el análisis por áreas, hay casos, como en Ciencias de la Salud, donde la demanda es brutal e incitamos a una reflexión; y hay otros casos contados que no están bien equilibrados. Por ejemplo, el efecto de la crisis en la construcción ha afectado a títulos en los que tendremos que nivelar oferta y demanda. Tenemos un buen sistema universitario por sectores y por distribución geográfica. Ese documento nos permite hacer reflexiones para ir mejorando, como hacemos periódicamente. Porque no olvidemos que los títulos han renovado sus acreditaciones con criterios objetivos. No somos un sistema congelado. Para mí, los dos elementos clave para analizar la oferta, es el grado de satisfacción y el nivel de empleabilidad.
¿Qué propone usted en materia de formación no presencial?
–Hay dos aspectos. El primero es que queremos ser la institución de referencia del personal de empresas del contorno más cercano, y para ello estamos en conversaciones con la CEA. En segundo lugar, y después de experiencias piloto que hemos llevado a cabo, como el Máster de Informática cien por cien online, tendremos un catálogo de títulos oficiales cien por cien digital. Para realizar la transformación digital que planteamos para los próximos cuatro años, Sevilla acudirá a convocatorias europeas para captar fondos.
El ministro Castell ha manifestado que la precariedad del profesorado en la Universidad es un escándalo. Quiere acabar con la figura del falso profesor asociado como lo ha definido. ¿Qué puede usted hacer en esta materia desde sus competencias?
–La Universidad ha trabajado en estos últimos cuatro años para ir reduciendo el número de falsos asociados y de personal sustituto interino falsamente sustituto. La imposibilidad de hacer nuevas contrataciones por las restricciones legales nos ha llevado a una situación compleja. También es cierto que hemos aprovechado al máximo las posibilidades que daba el sistema para eliminar las listas de espera de profesores acreditados para titulares y catedráticos. Eso nos ha permitido reducir la precariedad pero nos ha generado una preocupación nueva: la elevada edad media de nuestro profesorado, que en el caso de los titulares es de 53 años y en los catedrático, de 59. Por eso, exigimos un verdadero plan de captación de talento joven para invertir la curva de edad de nuestro personal docente e investigador.
De la calidad de esos investigadores depende la posición internacional en los ránkings. ¿Le preocupan esos ránkings?
–Me preocupa la repercusión social que tienen las noticias sobre los ránkings. Y luego me preocupa extraer las actuaciones positivas que se puedan sacar de mirar a las clasificaciones para mejorar nuestra posición. Si en el de Shanghai uno de los indicadores que más puntúa es el número de publicaciones en Nature y Science, bendito sea un ránking que me incentiva a que mis investigadores publiquen en ellas. Nosotros damos 15.000 euros a cada grupo de investigación que publique en Nature o en Science. En ese sentido, sí creo en la bondad de los ránkings.
Al final, todo depende de la financiación de la Universidad. ¿Cuál es para usted la justa y adecuada?
–La eficiencia del sistema universitario español es muy alta. Si la comparación la hacemos con una foto estática, por ejemplo con el Ránking de Shaghai, para lo que tenemos, creo que hacemos mucho. Si la foto que usamos es sobre hacia dónde queremos ir, ahí hay una proporcionalidad extraordinaria. ¿Usted a qué PIB quiere que lleguemos en Andalucía? Mire lo que se invierte en universidades donde están los PIB más altos y ahí está la respuesta a la financiación justa y adecuada. Ahí es donde yo quiero estar.
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