Una feminista en la cocina

Roma no paga escritores

Allí no había incunables, pero sí materia prima. Me desdije de amigas y cofrades del colegio de monjas y empecé a leer lo que me dio la gana.

Publicado: 20/02/2020 ·
10:43
· Actualizado: 25/02/2020 · 22:39
Autor

Ana Isabel Espinosa

Ana Isabel Espinosa es escritora y columnista. Premio Unicaja de Periodismo. Premio Barcarola de Relato, de Novela Baltasar Porcel.

Una feminista en la cocina

La autora se define a sí misma en su espacio:

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Dedicarse a esto ya no es lo que era. Lo mismo nunca lo fue y nos dejamos engañar como los novilleros con la ganadería o los profes con la vocación. Me crié con la biblioteca de mi padre que estaba asentada principalmente a pie de mesilla de noche. Allí no había incunables, pero sí materia prima. Me desdije de amigas y cofrades del colegio de monjas y empecé a leer lo que me dio la gana. Debería haber sido normal y haber leído a Martín Vigil y sus faldas plisadas, pero no me dio la vez y me enganché a Gabo y más tarde a S King. A nadie le importa lo que escribo, ni tengo tantos seguidores en redes sociales como para que me inviten a publicar un libro, así que hago lo que me da la gana hasta que me digan “basta”.                                                                                                                           

Libros.

El otro día Montiel de Arnaiz (compañero de sufrimientos en Diario de Cádiz) se asombraba en su columna de que para que te publiquen, se fijen antes las editoriales en tus seguidores en redes sociales. Pero solo hay que ver las estanterías de lo que se lee o los más vendidos para ver que esa es ahora la tónica. Todo tiene que ser evaluado, testado y comprobado primero virtualmente. Si miráramos hacia atrás veríamos que solo lo sencillo permanece, solo la primavera nos es fiel y solo nos debemos a nosotros mismos. Pero si quieres escribir y que te lean, empieza por Internet. Sácate cosa guapas del bolsillo, exhíbete, pelea, ten dificultad de opinión y encarrila tu vida en modo rápido. Seguro que viene una editorial a susurrarte al oído. Solo que es pecata vanal y como mucho durará un rato, como las presentaciones de libros, las auto publicaciones y los premios literarios. No están mal, ya se lo digo, nada mal para sacarte trozos de carne de las muelas cuando estás famélico. Lo malo es la vulnerabilidad, el pasotismo, la decadencia del tiempo y la desgana de la vida. Porque se lo fagocita todo, incluso a Delibes con su cara triste y su tonillo apagado. Siempre pienso en mi abuelo (que nació en el novecientos) mirando la televisión de ahora y viendo a la pareja de los que se han dicho de todo y han vuelto juntos pasando por la criba de la atemporalidad. Pero es lo más normal que los maridos consintieran, solo que entonces al hombre lo llamaban cosas feas o le retiraban el saludo. Ahora me imagino que se lo dirán por las redes, llamándolo de todo a lo bestia. No hemos cambiado en realidad, solo que ahora somos flojos para leer libros y lo que hacemos es verlos en Netflix. Los escritores han mutado en guionistas, pero siempre hay alguien buscando un buen texto que llevarse al gaznate. Solo que si no te conocen, no te leen porque la mayoría de la gente solo rebañea lo que los demás lamen y los tuit más votados- o con más me gustas -son retuiteados, una y otra vez. No exactamente porque fueran buenos, sino porque la masa los sigue. Esa masa que pone cachondas a las editoriales que se han dado cuenta de que el filón de que te sigan miles de personas hará que el libro se venda solo y puedan respirar sin meter un gambazo. Lo entiendo no se crean, por eso me dejo llevar y sigo ahí mirando los peces de estanque, intentando no ahogarme de tanto pesar, sin pensar en lo que se me pudre por dentro. Hay algunos que te dicen qué cuando escribirás un libro y tu sonríes y callas, porque te acuerdas de la que lo hizo y después barrenaba en arameo porque nadie lo había comprado, ni siquiera esos que le habían dicho que lo escribiera. Porque escribir un tuit, no quiere decir nada. Y hay gente que dice cada día más burradas y hasta se repiten como el ajo, para que los quieran y les hagan caso. Y no los critico, porque a mí me encanta que me quieran y que se preocupen por mí y que me hagan casito. Por eso subo cosas que escribo una y otra vez, pero eso no quiere decir que las lean, ni que las retuiteen. La masa está atenta al sexo, las ubres, los tuit más leídos y las tonterías varias. Publicarán y venderán porque las mareas llevan plásticos a las playas. Delibes seguirá en blanco y negro y Ulises sin volver a casa. Montiel y yo barrenaremos, cuando nos tomemos ese café prometido y la vida seguirá igual de mierdosa y patética mientras tecleo.

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