Lo que queda del día

Y qué buena es la tierra de mi huerto

Esto no va del SMI, sino de otras heridas más antiguas y profundas para las que el tema salarial no ha sido sino una especie de tiro por la espalda

  • Imagen de las protestas en Jaén -

Apenas tenía fuerzas para levantar la zoleta más de tres palmos de la tierra, pero siempre que podía, y siempre a la caída de la tarde del verano, me la echaba al hombro para acompañar a uno de mis tíos mientras iba dando paso al agua por las acequias, abriendo y cerrando compuertas de lodo, que yo veía casi como un juego, y con el que acababa la peonada de cada día, antes de asearse y llevar al puesto de la plaza las cajas de naranjas, lechugas y cebollas para las ventas del día siguiente. “¡Y qué buena es la tierra de mi huerto!/ Hace un olor a madre que enamora, / mientras la azada mía el aire dora / y el regazo le deja pechiabierto”. La estrofa es de Miguel Hernández y en ella palpita la esencia de la satisfacción del trabajo en el campo, del hombre que trabaja el campo. Del campo; ese mismo campo que tanto ha cambiado desde esos versos y desde mis recuerdos, y que ahora se enfrenta a uno de los momentos más críticos de los últimos años, por la sobredimensión del problema, hasta el punto de que todos -agricultores, ganaderos, grandes y pequeños, patronales, jornaleros- han terminado por decir basta.

Ésa es precisamente la clave. La unión de todos por igual. Ya ni siquiera puede hablarse de fuego amigo, frustradas este viernes muchas de las expectativas tras la reunión de concertación social convocada por el Ministerio de Trabajo y de la que fueron expulsadas las principales organizaciones agrarias, justo después de que una de las más próximas -por espíritu y naturaleza progresista-, COAG, aplaudiera desde nuestra provincia el anuncio de la mesa de diálogo agrario propuesta por el Gobierno de la mano del ministro de Agricultura, Luis Planas -el otro gran ausente en la reunión de Yolanda Díaz y Pablo Iglesias con, exclusivamente, los representantes de UGT y CCOO-. Son dos convocatorias diferentes, evidentemente, pero por encima de todo sobresalen dos gobiernos, o dos formas distintas de afrontar el asunto desde un mismo gobierno.

El campo, es manifiesto, le tiene más fe a Planas que a Iglesias, que ha tardado en comprender que esto no va del impacto de la subida del SMI en el mundo agrícola, sino de otras heridas más antiguas y profundas para las que el tema salarial no ha sido sino una especie de tiro por la espalda. Que el titular resultante de la reunión del viernes fuese la propuesta de una rebaja de 35 a 20 en el número de peonadas necesarias para acceder al antiguo Plan de Empleo Rural indica que -pese a su importancia- ni siquiera parecen hablar el mismo idioma.

 Y el idioma en el que habla el campo en estos momentos se traduce en una caída de precios en origen a niveles de hace 20 y 30 años; en una competencia desleal con los países terceros, puesto que no cumplen unos estándares mínimos de calidad ni las normativas establecidas para los países europeos; en la urgente necesidad de modificar la Ley de la Cadena Alimentaria; y, de forma más secundaria, aunque presente, en la amenaza arancelaria y los posibles efectos del brexit.

Este próximo martes lo volverán a expresar, por si alguien no acierta aún a entender sus reivindicaciones ni sus prioridades, y la provincia de Cádiz será uno de los puntos del país desde los que se alzará la voz y el rugido de los tractores para terminar de captar la atención de un gobierno que no ha acabado de calcular a tiempo la dimensión de la protesta, como si no hubiese más cuestiones que arreglar que Cataluña, las relaciones con Venezuela y la autorización de la eutanasia, unida ésta a la retahíla de consignas moralistas que no han dejado de sucederse desde diferentes tribunas en los últimos días y destinadas casi a abochornar a quien no esté de acuerdo, ¿o acaso les preocupa más lo que opine la gente sobre la medida que la propia medida en sí?

La protesta del martes será a la altura de Villamartín, donde esperan concentrar a más de cinco mil personas para defender el papel del campo “como garante del bienestar de la sociedad frente a la falta de rentabilidad, y los continuos ataques comerciales injustificados”. Allí, entre todos, podrán recordar otros versos de Miguel Hernández: “Porque soy como el árbol talado, que retoño:/ porque aún tengo la vida”.

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