Sindéresis

Sociedad, tribu y manada

Frente a las manadas, solidaridad. Frente a los reyezuelos, sociedad. Las reclamaciones de nuestras regiones son generalmente justas...

Publicado: 03/02/2020 ·
01:20
· Actualizado: 03/02/2020 · 01:21
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

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He detectado con el paso del tiempo que hay dos motivos principales por los que un conjunto de personas pueda querer profundizar en un sistema de decisiones y autonomía pequeño, marcadamente territorial, dentro de una sociedad más grande, y no hablo precisamente de la gestión de los asuntos territoriales, sino de la incidencia de lo territorial en el resto de territorios.

Uno de estos motivos, para mi entender, es legítimo y lógico, y emana de las singularidades propias de un entorno, que el conjunto de nuestra sociedad podría no tener en cuenta si ese territorio no es escuchado. Es decir, que si una región ve ninguneada su lengua, no le llegan infraestructuras que salen de presupuestos generales, sufre contaminación por culpa de otras regiones, etcétera, debe poder cerrar filas en torno a su problema y reclamar una solución. Y, no solo eso, sino que el conjunto de regiones, en una especie de pacto de sociedad, debe atender estas reclamaciones con empatía y generosidad. Nos conviene a todos, que se escuche siempre incluso al poblado más pequeño, donde alguna vez podrían vivir los nuestros.

 El otro motivo, para mi entender ilegítimo e ilógico, emana de asentar un sentimiento identitario que permite competir con otras regiones en cualquier cosa, sea justa o injusta, solo porque uno está mirando por lo de su tierra. Esa manera de acercarse a la identidad regional, cuando se está dentro de una sociedad más grande, en lo que respecta a la relación con los otros territorios, por mi experiencia corresponde a una manipulación interesada de quienes desean medrar en una situación de menor competencia intelectual y organizativa.

Es decir, que el asunto trata de ganar a un montón de adeptos que te pongan una corona porque ansíen ser los vasallos del líder regional antes que ciudadanos iguales, en una sociedad de iguales, donde los asuntos comunes se tratan en igualdad y con ese fuerte sentido, que he mencionado antes, de empatía y generosidad; solidaridad, que se llama.

Un reyezuelo identitario, o reyezuela, se detecta porque las críticas o negativas que reciba a título personal, las convertirá en insultos para su tierra, invocando en la mente de sus vecinos la idea de que deben defenderlo a muerte, porque defenderlo a él o ella es defender su patria chica.

Esta lógica tiene dos niveles; a un nivel está la manada que se pone de acuerdo y que trabaja para asentar ese concepto con todo tipo de argumentos y publicidades; estas manadas, en realidad, no suelen tener patria más que el dinero y el poder, y llevan en su saca la negociación sobre el reparto de los beneficios; hablamos de cúpulas de partidos políticos, claro, y de movimientos dentro de los partidos políticos, y de movimientos dentro de los movimientos. Desde la manada se hace el llamamiento a la tribu, y todos sabemos que lo que sí llevamos en el ADN es la defensa de nuestra cerca, nuestro huerto y nuestra casa. Los llamamientos de la manada suelen estar cargados de mensajes victimistas, xenofobia y alusiones históricas delirantes, como si el resto de regiones no tuviesen algún tipo de historia.

Frente a las manadas, solidaridad. Frente a los reyezuelos, sociedad. Las reclamaciones de nuestras regiones son generalmente justas; no hagamos llamamientos a ese cazador tribal que dispara la lanza antes de preguntar y pone trampas en los límites de su tribu, y menos en Andalucía, nación hospitalaria, pueblo de los mil pueblos, millonaria en solidaridad y empatía gracias a esa mezcla.

           

 

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