El Loco de la salina

La Isla tira bocados

Los locos estamos comprobando que nuestras calles están más huecas por debajo que el conjunto de todas las cabezas que hemos dejado allí en el manicomio.

Publicado: 03/02/2020 ·
01:14
· Actualizado: 03/02/2020 · 01:14
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

VISITAR BLOG

Sabrán aquel que llegó de noche a su casa con una borrachera de categoría y le dijo la mujer: mira cómo vienes, me vas a enterrar. Y él contestó: pues yo estoy como para coger una espiocha. Pues eso digo yo, que con la que está cayendo estamos en La Isla como para andar escarbando. En realidad no somos nosotros los que nos vamos a poner a escarbar, sino que es la propia Isla la que nos está comiendo por los pies poquito a poco sin darnos cuenta.

Dentro de nada llegará la semana santa que aquí tanto gusta y el cura dirá el miércoles de ceniza que somos polvo y en polvo nos vamos a convertir, lo cual, sin matices eróticos, es la pura verdad de este cuento que es la vida, aunque habrá que bailar algo antes de irnos a donde no nos queremos ir. Pues bien, mientras tengamos un poco de carne cubriendo nuestros miserables huesos, vamos a disfrutar en la medida de lo posible, porque cualquier día de estos, La Isla nos va a tragar de golpe y porrazo según en la calle donde vivamos y según los kilos que tengamos. En todo caso, ya les puedo anunciar que los gordos caerán antes que los finitos.

Digo todo esto, porque el otro día llegó a nuestra ciudad un camión hormigonera cargado hasta las trancas de hormigas, perdón, de cemento, y se metió por donde no podía caber ni con la imaginación. Entre el enorme peso del propio camión y el peso impresionante de la mezcla que llevaba para enfoscar, la cuestión es que la calle se abrió y casi se lo traga entero. Aunque hubiera venido descargado, tampoco hubiera podido doblar la esquina, pero, en fin, por lo visto al conductor se le metió en el alma enfrentarse a lo imposible y La Isla casi se traga el camión de golpe.

Unos cuantos locos que pasábamos por allí nos quedamos mirando y se nos fue el pensamiento a otras calles de La Isla donde está empezando a ocurrir exactamente lo mismo. Por citar una: la calle González Hontoria, la de los arbolitos; boquetito que, si se deja crecer, es capaz de tragarse desde el Centro Obrero hasta la Iglesia Mayor. Los locos estamos comprobando que nuestras calles están más huecas por debajo que el conjunto de todas las cabezas que hemos dejado allí en el manicomio.

Como ya esto de hundirse el pavimento parece que se está poniendo de moda en La Isla, nos está entrando miedo hasta de andar por la calle, no sea que nos chupe la tierra y nos convierta en algo menos que el polvo del que antes le hablaba. Yo creía que debajo de nuestros cuerpos serranos había un alcantarillado, pero por lo visto lo que hay es un cuchillo sin mango y sin hoja, es decir, nada. Quiere decir que podríamos caer en el vacío y bajar a toda velocidad a grandes profundidades. ¿Por qué no? Ya Julio Verne se despachó bien sobre esta cuestión en su novela “Viaje al centro de la Tierra” y desde entonces los locos miramos muy bien el suelo que pisamos.

Bueno, al final, llegó una grúa y sacó al camión del boquete. Pero que quede claro que La Isla tira bocados, porque la criatura se tiene que defender de alguna manera, digo yo, de tantas atrocidades como le hacemos. Mientras tanto los políticos se echarán las culpas unos a otros. Con eso ya contamos. Yo me voy para el manicomio, que allí el suelo es más seguro, porque no nos van a dejar que nos hundamos nosotros también.

 

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN