Parece que el popular viñetista Patrick Pinter, superviviente del atentado yihadista contra la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo en 2015, se muestra sorprendido de la cantidad de perros que ha visto en sus paseos por Cádiz, donde reside desde hace unos meses. No exagera. Es cierto que Pinter ha vivido gran parte de su vida en París, una megaurbe con 2,5 millones de habitantes que, sin embargo, cuenta apenas 200.000 canes. Pocos, en proporción al censo humano, y proscritos del espacio público. No en vano, tenían prohibido plantar sus pezuñas en cualquier parque público hasta hace un año, más o menos. Así que el dibujante debe ser fácilmente impresionable en este sentido.
Pero también es verdad que la capital gaditana tiene un total de 26.275 perros registrados, con apenas 117.000 vecinos en el padrón. Muchos y bien visibles. Aunque la ciudad, precisamente, no está a la cabeza de la provincia, de manera indiscutible territorio pet friendy, en la jerga. Los años 90 fueron testigos de un auténtico boom animalista. El desarrollo de legislación específica sobre protección y la bonanza económica llevaron a que la provincia doblara prácticamente el número de mascotas entre los 80 y principio de siglo. Desde entonces, señala Alberto Méndez, vocal del Colegio Oficial de Veterinarios, el crecimiento ha sido sostenido pero no tan acusado, refrenado por la normativa sobre tenencia de perros potencialmente peligrosos (PPP) o la crisis.
No obstante, hoy, en Cádiz, hay un animal de compañía (perros, gatos, hurones y otros, como tortugas o periquitos) por cada tres gaditanos: 465.718 por 1.238.714. Y, si comparamos la cifra de mascotas con la de menores de 15 años, la proporción se invierte: los animales doblan a los niños (214.715), según los datos cruzados del Registro Andaluz de Identificación Animal (RAIA) y los del Instituto Andaluz de Estadística y Cartografía.
Si estos números resultan apabullantes sin necesidad de que uno haya pagado durante años el alquiler de una buhardilla en Montmartre, los datos referidos a Torre Alháquime y otros municipios de la comarca de la Sierra son asombrosos. Tanto en Torre Alháquime (cuyos datos del RAIA indican que hay más animales que habitantes censados), como en Setenil, Zahara de la Sierra y Grazalema, la proporción de mascotas con respecto a los vecinos es muy elevada. La caza y la actividad económica vinculada al sector ganadero explican el fenómeno, apunta Alberto Méndez. Y advierte de que, por el contrario, las grandes ciudades anotan un porcentaje menor. Algeciras y Jerez, dos de las más pobladas, están en torno a la media provincial, de hecho. Además, con prevalencia de animal pequeño.
Al margen del tamaño, en términos generales, el perro es la mascota predilecta. En el conjunto de la provincia representa el 91,1% del total del censo, con 424.576 ejemplares (12.698 de ellos, potencialmente peligrosos). Los 38.356 gatos y los 1.807 hurones completan el grueso del registro, al que hay que sumar 979 animales bajo el epígrafe de otros. “Cada vez más hay jóvenes que optan por roedores, ratas o cobayas, como mascotas”, señala el vocal del Colegio Oficial de Veterinarios, entre otras especies incluidas en esta categoría. Y subraya que prolifera el número de personas mayores que, para combatir la soledad, abren las puertas de su casa a un compañero de cuatro patas.
“Es terapéutico y aconsejable”, remarca. Un animal de compañía puede hacer mucho bien. Tres de cada cuatro encuestados en el macroestudio que llevó a cabo la Fundación Affinity en el año 2014 señalaba, al respecto, que les hacía muy feliz. Por otro lado, el informe concluía que el 30% consideraba a su mascota mucho más importante que cualquiera de sus amigos. Sería interesante preguntar su opinión a un estupefacto Pintera sobre esta cuestión.
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