Hasta el inicio de la presente década, Jerez venía de vivir casi medio siglo de vaivén en torno a las zambombas; en especial, a partir de los años 60 y 70, coincidiendo con la despoblación del centro histórico y el abandono de las casas de vecinos en torno a cuyos patios se celebraban las reuniones navideñas. En los 80, una serie de grabaciones patrocinadas por la Caja de Ahorros bajo el sello de un grupo de artistas flamencos, liderados por Parrilla de Jerez, ayudaron a recuperar y popularizar muchas de las coplas y villancicos que se cantaban en aquellos patios y a reavivar el interés por las zambombas. “Estamos donde estamos en parte gracias a ellos”, subraya Juan Alfonso Romero, directivo de la Federación Local de Peñas Flamencas, ya que el legado musical navideño, como base de la celebración, se ha sostenido durante las últimas tres décadas a partir de esas grabaciones. Sin embargo, el fenómeno, tal y como lo conocemos hoy día, no comienza a fraguarse hasta hace poco más de un lustro, cuando las zambombas se abren a la calle, se “viralizan” y se convierten en un atractivo más dentro del calendario festivo.
A partir de ahí se acabó el vaivén. La ciudad descubre un auténtico filón de oro en forma de atractivo singular, consigue la declaración de la Zambomba como Bien de Interés Cultural, y la convierte en un privilegiado reclamo para el visitante, así como en fuente de actividad económica y empleo que, con el paso de los años, está propiciando una especie de nueva industria cultural y turística que aún no conoce su techo, y que no sólo extiende sus redes en bares y hoteles, sino también en el comercio y en la nómina de artistas flamencos y coros que hay en la ciudad. “Hasta ahora, las zambombas sólo dejaban dinero en la hostelería, pero este año hemos comprobado que ha servido para activar asimismo la actividad comercial y que ha influido en las compras”, resalta Antonio de María, presidente de Horeca, quien reconoce a su vez que “lo que se ha hecho con la zambomba en Jerez en cinco o seis años ha sido espectacular”.
“El puente ha sido una gran prueba, por la acumulación de días y la concentración de visitantes. Y la ciudad ha sabido dar respuesta con un argumento único, que es la fiesta típica de navidad jerezana, con la zambomba como elemento fundamental”, destaca el delegado municipal de Dinamización Cultural, Francisco Camas, quien ya habla de la necesidad de dar un paso más: obtener la Declaración de Interés Turístico Nacional para la Navidad de Jerez. “Sería la única ciudad española en ostentar cuatro declaraciones similares”, apunta Antonio Mariscal, presidente del Clúster Turístico, ya que sumaría ésta a las de la Feria del Caballo, las Fiestas de la Vendimia -ambas de interés internacional- y la de la Semana Santa, “con lo que tendríamos un atractivo turístico en cada punto cardinal del año”.
“Jerez está que se sale”, insiste Juan Alfonso Romero, quien considera clave para esa consideración el que la celebración navideña se una al flamenco. “La zambomba de Jerez no se celebra en ningún otro sitio del mundo, y ahí tenemos que insistir, en ese concepto de zambomba enriquecida con la gran familia flamenca que tenemos en Jerez, que es un concepto único”. En este sentido, reivindica asimismo la gran labor que están haciendo las peñas flamencas, convertidas “en garante de un recurso y un valor añadido más que ofrece la ciudad”, así como considera fundamental “conservar el concepto de la zambomba. Las peñas son garantes absolutos de que el auténtico espíritu de la zambomba se mantenga por mucho tiempo. Ese es el reto, que quien venga encuentre esas zambombas, aunque después haya otro tipo de fiestas navideñas”.
Mariscal apuesta en este sentido por buscar un “equilibrio” entra la zambomba tradicional y la que define como “mercantilista”, ante lo que Romero cree que hay que explicar al que venga “qué es la zambomba. El que venga a Jerez tiene que encontrar la zambomba auténtica exclusiva que no hay en otro lugar del mundo. Explicarle qué elementos tiene, qué requisitos, qué cantes, cómo se aflamenca el villancico. A partir de ahí que viva las fiestas, que no tienen por qué ser solo las zambombas”.
El presidente del Clúster apunta por su parte otras vías para seguir creciendo de la mano de las zambombas. “El principal reto es que se concentran en tres fines de semana, y sería interesante aprovechar de lunes a jueves, que no hay público local, para atraer a turistas”. Asimismo, también considera vital “llevar la zambomba al entorno rural, porque hay espacios singulares que casan con la fiesta, como el mosto, la berza o el ajo, y unirlo todo en una viña sería perfecto”.
Camas toma nota e insiste en que si “otras ciudades compiten en Navidad con otros elementos, nosotros vamos a poner en valor lo nuestro para que sea elemento dinamizador y aglutinador, para crear ciudad, desarrollar la cultura y generar actividad económica”.
“Hay que ser generosos con lo que es bueno para la ciudad”
En los últimos días han surgido quejas vecinales por las molestias ocasionadas por la masiva afluencia de público a las calles del centro. Desde el Clúster Turístico considera que “hay que ser generosos con lo que es bueno para la ciudad. El centro histórico vive en silencio 340 días al año, y hemos conseguido que ya no sólo lo visite el público en Semana Santa. El impacto en la ciudad es importante como para ser generosos en la medida de lo posible”. Francisco Camas, por su parte, considera que traducir esas quejas en cosas negativas “no es justo ni real”.
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